Son veinticuatro días los que han
pasado, y en esos días he pasado insomnios, he hecho dieta, he roto la dieta y
la he vuelto a tomar. Mis amigos han hecho dieta, la han roto y no sé si la han
vuelto a tomar.
En diciembre, dicen los diarios,
que a la economía le va bien, pero a mí no me alcanza para beber todos los
días. En diciembre he bebido bastante, mas no solo. Mis amigos han bebido
bastante, pues ahora están solos y beben conmigo, que ya llevo siete años de
estar solo.
Que no es lo mismo tener sexo y
salir huyendo de la cama. Que no es lo mismo besar a alguien, con sabor a sexo
y pisco de clase media. Que no es lo mismo fumar marihuana entre pasajeros que
con alguien dispuesto a acompañarte en un viaje sin que te pregunte el rumbo,
la dirección, porque es bueno perderse y mojarse.
Mas lo importante debe aclararse: no bebo
solo. Pero sí bebo, libo, me embriago, me pierdo, me transporto, me acuerdo.
Sobre todo me acuerdo y eso no me
gusta. Diciembre es una noche siempre a punto de acabar. Diciembre son
diecinueve horas sin dormir. Diciembre es ver a mi ex besando a mi amigo en un
bar. Diciembre son mis puños en la pared y verlos sangrar. Diciembre es esperar
esta madrugada y saber que será diferente, que no la voy a llamar.
En diciembre he corrido una
maratón, de cinco kilómetros y con cuarenta y ocho horas sin dormir. En este
mes mis amigos me han dicho que he bajado de peso y que el cuento que le
escribí a un amigo ha quedado bien. Y la chica a quien hace alusión mi historia
también ha dicho que le ha gustado. Y me lo han dicho mientras drogados
estábamos, mientras a Pound me leían, mientras a Pessoa recitaban, mientras el
vino ya se había acabado.
Pero también me han dicho que esa
chica del cuento se parece mucho a mi ex, la que se besó con un amigo al que
quiero mucho y con el que beberé quizá más tarde. Me han dicho también que en
economía no vamos nada mal, por lo menos a nivel macro. Pero, insisto, no me
alcanza para beber todos los días.
Mi estómago tampoco lo resiste.
Hay veces que despierto y me arde todo el cuerpo. Hay veces que me acuerdo,
pero no lloro. En diciembre quiero más a mis amigos.
En este mes también me he
propuesto leer recién el Ulises, pues antes me aterraba no estar a la altura.
Así que ahora me he traído el Ulises metros abajo, a mi lado, para leerlo,
tenerlo a mi lado, metros abajo.
En diciembre descubrí que yo
quería ser él, el que la besara y no el que escribe esto. En diciembre, en unas
horas más tarde, me iré con mis amigos. A beber, a divertirme. Después seguiré
con el Ulises. Y quizás y me atreva a enamorarme otra vez.
1 comentario:
me ha gustado mucho tu blog!!
Pasate por el mio :)
http://www.yosoyem.blogspot.com.es/
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