lunes, 24 de diciembre de 2012

DICIEMBRE


Son veinticuatro días los que han pasado, y en esos días he pasado insomnios, he hecho dieta, he roto la dieta y la he vuelto a tomar. Mis amigos han hecho dieta, la han roto y no sé si la han vuelto a tomar.

En diciembre, dicen los diarios, que a la economía le va bien, pero a mí no me alcanza para beber todos los días. En diciembre he bebido bastante, mas no solo. Mis amigos han bebido bastante, pues ahora están solos y beben conmigo, que ya llevo siete años de estar solo.

Que no es lo mismo tener sexo y salir huyendo de la cama. Que no es lo mismo besar a alguien, con sabor a sexo y pisco de clase media. Que no es lo mismo fumar marihuana entre pasajeros que con alguien dispuesto a acompañarte en un viaje sin que te pregunte el rumbo, la dirección, porque es bueno perderse y mojarse.
 Mas lo importante debe aclararse: no bebo solo. Pero sí bebo, libo, me embriago, me pierdo, me transporto, me acuerdo.

Sobre todo me acuerdo y eso no me gusta. Diciembre es una noche siempre a punto de acabar. Diciembre son diecinueve horas sin dormir. Diciembre es ver a mi ex besando a mi amigo en un bar. Diciembre son mis puños en la pared y verlos sangrar. Diciembre es esperar esta madrugada y saber que será diferente, que no la voy a llamar.

En diciembre he corrido una maratón, de cinco kilómetros y con cuarenta y ocho horas sin dormir. En este mes mis amigos me han dicho que he bajado de peso y que el cuento que le escribí a un amigo ha quedado bien. Y la chica a quien hace alusión mi historia también ha dicho que le ha gustado. Y me lo han dicho mientras drogados estábamos, mientras a Pound me leían, mientras a Pessoa recitaban, mientras el vino ya se había acabado.

Pero también me han dicho que esa chica del cuento se parece mucho a mi ex, la que se besó con un amigo al que quiero mucho y con el que beberé quizá más tarde. Me han dicho también que en economía no vamos nada mal, por lo menos a nivel macro. Pero, insisto, no me alcanza para beber todos los días.

Mi estómago tampoco lo resiste. Hay veces que despierto y me arde todo el cuerpo. Hay veces que me acuerdo, pero no lloro. En diciembre quiero más a mis amigos.

En este mes también me he propuesto leer recién el Ulises, pues antes me aterraba no estar a la altura. Así que ahora me he traído el Ulises metros abajo, a mi lado, para leerlo, tenerlo  a mi lado, metros abajo.

En diciembre descubrí que yo quería ser él, el que la besara y no el que escribe esto. En diciembre, en unas horas más tarde, me iré con mis amigos. A beber, a divertirme. Después seguiré con el Ulises. Y quizás y me atreva a enamorarme otra vez.