martes, 11 de agosto de 2015

UN BESO EN LA FRENTE, ABUELITA



Abuelita, soy tu nieto, el escritor, ese que aún no publica un libro, tu consentido. El mayor de todos, tu consentido, y por eso renegaban mi hermana y mi prima cuando éramos pequeños ¿Recuerdas?  Yo me acuerdo de todo, echada sobre esa cama, haciéndome un espacio para dormir porque yo me aburría en esa casa grande y tú ¿Por qué te aburres? Los niños buenos no se aburren y cambiabas tu novela por lo que el nieto quisiera ver.

Abuelita, tú te metías a la piscina junto con mi abuelito en ese patio donde antes criabas animales y que siempre me contabas orgullosa lo lindo que era criarlos, aunque un poco macabro eso de cocinarlos luego. En ese patio, en esa piscina te metías y jugabas con tus nietos, en esa misma piscina donde un día vería un ratón que ocasionaría mi futura fobia, algo ya calmada con los años y tú pasándome huevo, porque me tenías que curar, quitar el susto pasándome el huevo por la frente, diciendo alguna oración y besándome la frente.

Abuelita, no lo sabes, pero aún tengo miedo. La noche es fría y quisiera verte sentada en la sala, viendo las noticias y confundiéndolas. Tarde me enteré que te encantaban los ravioles o acaso ese fue un gusto reciente, sin embargo sé de un lugar que te encantaría, hasta ponen música de Los Panchos. A ambos nos gusta, quién diría que a mí me iba a dar el gusto por el bolero y los dos cantando Nosotros, pero en la versión de Chavela Vargas Y Joaquín Sabina.

Quiero cantar contigo, ahora que el vacío es más hondo y quisiera que me abraces. Aprovecharía para despeinarte, porque sé que te gustaba que te despeinara y luego me fuera corriendo, me guitarías “cojudo” “espera que te agarre” y ambos reiríamos. Abuelita, si te vas ¿Quién va a celar a mi abuelito?

Siempre me pregunté cómo en ese cuerpo tan pequeño podía caber tanto celo, pero me miro a mí y digo que debe ser una cuestión genética. Ahí estabas tú, mirando tras la ventana y cerrando las cortinas para que nadie vigilara a tu esposo. A veces renegaba por eso, otras ocasiones reía y te bromeaba. Ahora las cortinas están abiertas esperando que las cierres.

Abuelita, aún queda el jardín intacto para que cultivemos nuestras flores ¿No quieres quedarte a ver cómo las sembramos? Que el florecer sea nuestro, abuelita, no te vayas. Engríeme, déjame aún sacarte canas verdes, preocuparte porque llego tarde, enorgullecerte porque ya va a salir mi libro. Abuelita, que soy un egoísta, que te quiero tener por siempre.

¿Cómo prepararme ante esto? Sólo esta noche he vuelto a ser un niño asustado en mi cama y quiero buscarte, que me hagas un espacio y que tu brazo me rodee para protegerme en tu temperatura.

Abuelita, que en unos minutos es mi cumpleaños y quiero saber que entras por esa puerta orgullosa de haber permanecido despierta y ser la primera en saludarme. Yo te voy a estar esperando, como siempre, a que me beses la frente.

lunes, 10 de agosto de 2015

INTRÍNSECAMENTE CENIZA



Aún entre la tierra seca que se confundía conmigo
con mi cuerpo extraño e inhabitable
 tu boca, los cinco, siete, nueve golpes estuvieron conmigo
la soledad es una calle de madrugada, una botella de pisco
y tú no estás, apareciste, es cierto, pero tu presencia era ceremonial
no estás y el hueco es una ola que rompe e inunda casas, destruye jardines
y tu abrazo es lejano, como todas las certidumbres
me has preguntado cómo me siento
toco mi cabeza y aún hay sangre y aún te espero
y siento tu pregunta como una formalidad burocrática
y ganas tengo de mandarte a la mierda
de haberlo hecho antes que esto sucediera
porque no significas nada y sin embargo
quisiera bailar mis dedos entre las ondulaciones de tus cabellos
olerte a ti y a otras mujeres
amar a otra mientras tú amas a otra
echado en mi cama apoyando mi cabeza sobre tus senos
y saber que no significas nada y sin embargo…
tu boca es el último filo que me ha cortado
me asusto, me acuerdo, esos dos sujetos agarrándome a patadas
mi cuerpo no responde con la suficiente velocidad
si hubiera estado sobrio otra sería la historia, pienso
pero no, estuve lento y una piedra
las risas, las mierdas, toma conchatumadre
mi sangre más amplia y derrotada
me levanto con las últimas fuerzas y compruebo algo
nunca sentí la necesidad de un dios
no había a quién acudir
la mañana es la orfandad
con mis últimas fuerzas tomo un taxi
lo demás no me interesa, solo quiero que estés aquí
mientras aún te extraño y me pregunto
¿por qué tan lejana? ¿por qué tan mayúscula y lejana?
Uno no debe querer a nadie, no debe extrañar a nadie
los árboles más tristes me perfilan, el pasto más indiferente
la velocidad de los autos, los dos ladrones huyendo
todo está cerca menos tú
y uno no debe querer a nadie ni extrañar a nadie
y la derrota no es la sangre sino mi sobrevivencia
porque peleé buscando una llave, un silencio
y este sobrevivir es sólo un extensión del dolor
un dolor que emerge de antes
una sombra que multiplica el frío..
Si ya no es el padre, ni la mujer
¿De dónde viene este dolor que crece como un árbol
que me succiona?
Y entre todas esas preguntas tu ausencia se extiende
como mi sangre abandonada
Te confieso: te detesto, te confundo, te extraño…
porque no estás y antes estabas y, demonios, me he acostumbrado
me he acostumbrado más que tú a estar juntos, sin expectativas, pero juntos
no eres nada
es cierto
pero ahora eres lo mejor que tengo
y ya ves
soy más sensible de lo que mi cuerpo aparenta
más frágil que tu cabello…
no eres nada
pero eres música, cangrejo, travesura
pequeña, quizá seas todo y la nada sea yo…
mientras amas a otra, mientras yo amo a otra
y tu sexo es una fruta cerrada
y tu amistad, esa pregunta pública
se va convirtiendo lentamente en muerte prematura
toda la belleza es fuego

y el fuego es intrínsecamente ceniza.