jueves, 10 de noviembre de 2011

LAS PIERNAS DE MI AMIGA (o Las piernas de Alejandra)


Las piernas de Alejandra, con sus pequeñas cicatrices de cuando jugaba con su bicicleta, yendo de esquina a esquina, en la calle de su barrio. Las tiene por encima de las rodillas, llegando al muslo. Lo saben quienes la conocen y quienes han apreciado sus piernas. Sobre todo cuando viste esa hermosa falda jean que usa en verano, algunos dirán que mejor es aquel short pequeño amarillo. Pero quienes realmente saben algo sobre Alejandra reconocerán que su belleza viste mejor aquel vestido suave, ligero y turquesa que usó hace unos febreros atrás.

No me dejarán mentir, era grácil, menudo, ataviado de pequeñas flores como enredaderas, que caían levemente hasta el borde de la tela. Aquel vestido fue inolvidable para quienes apreciamos sus piernas y las hemos visto florecer y volverse más hermosas desde que nacieron en su adolescencia hasta la juventud que nos ha hecho quererla y nos hace seguirla. Con el vestido relucían milagros que la falda y el short no lo permiten. Sobre todo cuando se sienta en esa silla blanca, coge ese vaso de cerveza, exhala el humo de su cigarrillo y cruza esas piernas.

Cuando la vi bajar de esas escaleras altas y oscurecidas por la noche, sabía que después de tantos viajes. De cruzar el norte del Perú, viendo la incertidumbre de Trujillo, la calidez de Chiclayo, las inacabables noches de Talara. Viendo todo aquello no había encontrado ese aroma de sensualidad, ese misterio de puentes, esa desnudez debajo de los vestidos. Porque en Piura, donde el sol dora la piel, la chicha se bebe en poto y se liba sin distinguir las horas, las chicas son hermosas pero no son Alejandra.

Por eso, al verla bajar, me detuve sólo a mirarla, con su vestido turquesa, las sandalias negras, la vincha recogiendo su cabello. Su piel nívea, fresca, con reciente olor a jabón, a manzana. Aquel febrero, entre Barranco, bares y caminos inciertos. Sus piernas cruzadas, desnudas, llegaban hasta mí como una amiga coqueta, íntima y ese encanto mistérico.

Alejandra también besa bien, yo diría que es una cualidad que va con sus piernas. Cuando uno la besa no puede evitar deslizar las manos hasta ellas. Acariciarlas, olerlas, besarlas. Alejandra habla más idiomas que yo, sonríe y reniega fácilmente. Alejandra está enamorada y eso está bien. Alejandra me ha besado y me ha querido. Alejandra es mi amiga. Yo soy su amigo. Alejandra tiene piernas de ensueño. Algunos estarán de acuerdo en decir que su bikini negro, pequeño, hace brillar más esas piernas. Es cierto, las lucen, podemos ver más lo que nos ofrece, cuando el sudor comienza a bajar en ellas. Sin embargo disculparán que yo me empecine en ese vestido, en ese color.

Está enamorada y eso está bien. Pero ahora ya no luce tanto sus piernas, es cierto, es invierno, tiene que abrigarse. El invierno es triste, sólo porque la cubre. Alejandra es de esas personas que sólo deberían vivir bajo el sol, con lentes negros, un cigarrillo y una conversación nocturna. Alejandra tiene las piernas que más he deseado. Alejandra no usa balerinas y por eso la amamos y su boca me ha besado más de una vez. Me gusta verla cuando se echa en el sofá, mirando hacia el techo y elevando sus piernas hasta rozar los cuadros de las paredes.

Somos muchos los que esperamos que vuelva ese verano que la humedece, que la hace salir de esa casa, girar hacia la derecha y comprarse esa botella de agua antes de salir a correr. El verano la desnuda, la hace sonreír y sudar. Sus piernas son mejores que las de sus amigas, lo saben quienes hemos visto sus fotografías, cuando sonríe, juega o se tapa los ojos para evitar ese lente intruso. A Alejandra la espero siempre y siempre aparece. Alejandra muy rara vez me lee, por eso me permito escribir sobre ella y sus piernas. A Alejandra la he querido siempre y siempre vuelvo a ella.

jueves, 3 de noviembre de 2011

¿Y SI ADMITIMOS QUE EL OTRO EXISTE? LOS RETOS DE UN GOBIERNO


A mí el caso Chehade me incomoda, me irrita, me devuelve a las canteras de lo ocre. Que sea inocente o no, no lo asumiré yo. De eso se encargará la justicia, los periodistas, la “opinión pública” que no es más que un titular dado por una persona, se encargará la historia y por último: el oprobio.

Sin embargo me preocupa, además de irritarme, lo que como símbolo manifiesta y expele. Estas han sido unas elecciones difíciles que nos mostraron lo que no queríamos ver, lo que algunos sociólogos se negaban a aceptar en su wishful thinking. Me refiero a que aún no somos un país, somos en todo caso un futurismo, una deuda pendiente, un colmillo gastado. No nos reconocemos, ni reconocemos al otro. Eso se mostró en las agresivas frases que se escribieron en Facebook, en las portadas de diarios sensacionalistas, en la frase: “Ganaron los ignorantes.

Hace poco me enteré de la existencia de la página “Anti Hi5 Amixer.com” en Facebook. Esta página utiliza un término muy particular, que es el “amixer”, que viene a ser una derivación despectiva del otro término “amix”. Amixer vendría a ser el otro, la otredad, ese sujeto que no soy yo, que no puede ser yo porque sus facciones no son las adecuadas. El amixer tiene como particularidad no ser blanco y más bien trigueño y que aún usa la otra página de red social conocida como Hi5. El nacimiento de este insulto conlleva significancias más allá del disgusto estético, proviene de un mensaje subliminal de decirle al otro “hasta aquí llegas”, consiste en marcar un muro tácito con el cual aún se deben mantener las fronteras sociales, en este caso más cercano al modelo de castas.

Resalto este fenómeno porque representa dentro de radio su de alcance un problema mayor: Hay gente que tiene derechos y hay otras que no.

Ese mensaje fue el que hizo ganar a Humala. Quizá por eso me gustó mucho cuando trocaron la frase de “ganaron los ignorantes” a “ganaron los ignorados”. Aquello fue el punto fuerte de la campaña de Humala, mas también se puede convertir en su talón de Aquiles. Me explico, al haber hecho hincapié sobre la inclusión social ganó fácilmente en muchos de los departamentos de la zona andina del Perú. Ahí fue casi invencible, esto se traducía también en una mayor participación y control estatal y fiscal sobre los recursos naturales, entiéndase por eso principalmente los temas relacionados a la minería. Sin olvidar, claro, su promesa de destinar el gas del lote 88 para consumo interno, o en todo caso priorizar su uso para el mercado interno.

Bien, si revisamos que del total de 148 conflictos activos más de la mitad tienen que ver con asuntos socioambientales, es decir el problema minero. Cusco, Cajamarca y Puno son algunos de los de los departamentos que esperan una acción rápida de parte del gobierno. El problema para Humala será cómo negociar con ambas partes sin que el Estado salga perdiendo, sobre todo teniendo en cuenta sus promesas de gobierno durante la violenta campaña y sus otras promesas a los empresarios, me refiero al discurso que dio en el Peruvian Business Council en New York.

Hasta el momento la ley de la consulta previa es un primer avance para amainar las aguas, y no repetir el Apocalipsis Now de Bagua. Ahora averiguar su uso y sus alcances será lo primordial. Este gobierno tiene que diferenciarse mucho del anterior, sobre todo en lo que concierne al diálogo. Esto ayuda a crear un puente y abrir posibles soluciones escuchando las demandas de los protestantes, pero sobre todo, tiene un principal efecto en la representatividad del gobierno. Porque aunque les parezca injusto, un gobierno sobrevive más por la imagen, por los gestos que por los hechos mismos.

Es cierto que las obras son gestos y muestras, pero un gobierno no sobrevive sólo de cemento. Eso ya lo hizo Castañeda y García y aún así sus fantasmas con la corrupción los persiguieron. Más en el caso de García que su megalomanía parecía no dejarle entender el porqué de tantas protestas si su gobierno estaba haciendo obras. Por eso el tema de representatividad genera una gran importancia. Una ley de consulta previa no es un monumento de cemento, es un gesto que promueve el diálogo y la inclusión, es un mensaje que elimina la frase de ciudadanos de segunda clase y los hace partícipes de una nación.

Por eso la representatividad es muy importante y más para este gobierno cuyo origen se distancia del anterior, aunque quizá se acerque al de Toledo. La victoria de García en el 2006 fue una victoria triste, pues se trataba de que no ganara el otro. Este caso pretende ser similar, que no ganara Keiko. Pero además se juntaron muchos movimientos, de distintas ideologías y clases sociales. Ganaron las provincias y perdió Lima, diría que por primera vez.

La otredad está representada o, por lo menos, siente que así es o será. ¿Qué pasa cuando se enciende la esperanza y lo que se recibe en cambio es la plúmbea continuidad?

Hay que recordar que Sendero es el hijo de muchas promesas frustradas. Y los que muchos ignoran y olvidan es que el semillero del cambio fue iniciado por el Apra. Cierto que también estaba el movimiento iniciado por Mariátegui y que antes de él estaban los anarquistas bajo la tutela intelectual de González Prada. Pero el primero no llegó moldear todo lo que planteaba pues su líder murió joven, además que sus acciones caminaban más dentro de la intelectualidad y el segundo se dispersó entre apristas, socialistas y más tarde comunistas.

Fue el Apra el que abrazó a muchos de los descontentos y esparció las ideas de un cambio, cuando Haya aún era un ferviente antiimperialista. La historia la sabemos todos ya. El Apra se hizo amigo de Odría, de los Prado, del olvido selectivo. Pero la semilla había sido sembrada y la pregunta constantemente pateada ¿Y cuándo el cambio? Hubo muchos intentos insurreccionales en el país, pero su freno fue justamente el gobierno más estigmatizado del siglo XX.

Curiosamente el gobierno revolucionario de Velasco frenó las insurgencias pues se pensó que él haría los cambios que tanto se habían prometido y tanto se habían postergado. Es decir, no sé si sin proponérselo, se evitó una guerra civil (El caso de Bolivia es similar, no discutiremos los aciertos y los fracasos del gobierno vecino, pero si a Evo le va mal, haríamos bien en recordar que lo que se le venía a Bolivia era algo peor, cercano a una guerra civil. Es mucho mejor pelearse con un gobierno, quejarse, que ver muertos en la calle). Tanto fue así que el texto mítico del fundador del Apra que durante años fue prohibido en el Perú por orden expresa de su autor, nada más y nada menos, fue publicado por fin durante el gobierno de Velasco, pues Haya quería dar a entender que las reformas dadas por el gobierno ya las había planteado él antes. Era hora de congraciarse con el pueblo que se había alejado del Apra. El libro era El antiimperialismo y el Apra. Obviamente las razones por las que no fue publicado aquí se debían a los distintos virajes ideológicos de su autor y su creciente amistad con el gobierno norteamericano. Un libro antiimperialista sería perjudicial desde ese punto de vista.

No discutiremos la forma de gobierno de Velasco en este artículo, pues daría para uno aparte. Sólo basta recordar su derrocamiento por Morales Bermúdez y la posterior elección de Belaunde. La imagen fue que las promesas de cambio una vez más fueron postergadas, y si desde el estado democrático no se hace nada para democratizar la vida, entonces recurro a otras vías. Tal fue la vía y la justificación de un grupo de personas que asesinó a tanta gente.

Entonces vemos que la representatividad, la indignación y las armas son terrenos cuyas distancias son más cortas de lo que parecen. Hay que tener mucho cuidado con los movimientos de protesta y recordar que no son uno aparte, que son una cadena que arrastra años. Carlos Iván Degregori nos hace recordar que a través de los conflictos locales como la lucha ayacuchana por la gratuidad de la enseñanza en 1969 se convirtieron en un campo fértil que transformó la postergación y resentimiento en acción insurgente, como lo reseña José Luis Réñique.

Quizá una gran dosis de cambio de este gobierno sería que aprendamos a reconocer al otro.

martes, 11 de octubre de 2011

¿APITUCADO YO?


Además de la pobreza y fealdad de la palabra, es una acusación de la cual creo ser pobremente merecedor. Sin embargo no por esto significa que mis actitudes no hayan contribuido ridículamente a tal apelativo, a tal irrisoria confusión. Es decir, no soy pituco, no me he “apitucado”, sucede que me suele disgustar más cosas de las que me gustan.

Para explicar tal desviación de cómo entender mi lánguida vida económica debería empezar por mi apodo en la universidad. Era injustamente “El burgués”, con todo y artículo masculino, singular y en tercera personísima persona. Y digo injusto por una serie de razones ya que nunca fui el burgués hasta que vieron mi infame partida de nacimiento que tenía el pecado de decir Municipalidad de Miraflores, lo cual me dio el gentilicio de miraflorino.

Acto injusto porque sólo fui miraflorino por obra y gracia del seguro de trabajo de mis padres. Y sólo lo fui por unos días, ya que luego a Miraflores le agregaron el San Juan. Sí, yo vivía en San Juan de Miraflores, ahí fui a parar después de la clínica, que para mayor castigo no era hospital como el lugar donde nacieron la mayoría de mis compañeros.

Entonces, como ven, mis orígenes son más humildes de lo que pretenden ser mi certificado de nacimiento. Lo primero que yo aprendí de la ciudad no fueron los árboles y los columpios del Kennedy, sino el ruido y la polución de la avenida San Juan, cuadra 11. En la casa que compró mi abuelo luego de haber vivido durante años en el campamento de la empresa Cementos Lima. Era una casa gigantesca para correr, esconderse y crecer aceleradamente. Eso sí, jamás me dejaban salir solo a ningún lado, siempre fui mimado, lo admito.

Mi abuela tenía su propio balcón en su habitación y las cortinas de un color morado oscuro que brindaba cierta atmósfera tenebrosa que con ella en la cama desaparecía. Dormía con ella y me despertaba con alguna caricia o algún postre. La sala también era grande y con su propio balcón, pasaba yo más tiempo en el segundo piso que en el primero. Fue en el balcón de mi sala que mi tío me enseñó a prender cohetes y todo tipo de fuegos artificiales, siempre con encendedor porque era un inútil con los fósforos. Luego me enseño a cortar un extremo del pasador, encenderlo y dejar una pequeña llamita en el borde para con eso encender mis sartas de pólvora mágica.

La noche brillaba en la navidad y los ebrios de la calle peleaban y el sonido de las botellas rotas se colaba en la noche de mis risas. Creía en ese entonces que aquello era normal, esas peleas no eran violencia para mí, eran espectáculos navideños. Viví en San Juan hasta los cinco o seis años y me mudé a los Cedros de Villa. Allí terminé mi inicial, primaria y secundaria.

Es cierto, jamás estudié en un colegio nacional, mi padre jamás lo permitió. Nunca entendí si por orgullo o por amor, pero sus hijos no debían estudiar en colegios nacionales. Para mi madre la respuesta es el orgullo. Mis padres perdieron rápidamente la seguridad económica que tenían al cerrar la empresa donde trabajaban. La casa se construyó justo a tiempo aunque a medio construir. Los Cedros es una zona de clase media, sin muchas preocupaciones y uno que otro guiño de lujo pequeñoburgués.

Debido al calamitoso cierre de la empresa mi educación y la de mi hermana fue una apuesta a un dios que no existe. Mis abuelos corrieron con casi toda mi educación. Nuestros caprichos fueron resueltos casi en su mayoría. Por ser los Cedros una zona que Linda con La Encantada, urbanización de clase económicamente alta, algunas veces conocíamos uno que otro amigo de allá y algunos nos invitaban a sus casas.

Recuerdo que un amigo me contó el envidiable tamaño de la habitación de Diego, más grande que la sala de su casa. Claro, su sala no era tan grande tampoco, pero aun así la habitación era la tierra de Peter Pan.

Durante algún tiempo me sentí cohibido por los límites que se le ponían a mis ganas de ser sublime como diría Umbral. Pero jamás fui un acomplejado al extremo de Balzac. Es cierto, yo quise estudiar en la Católica, nunca lo he negado. Me acusan de que sólo quiero a mis amigos de la Cato. No son mis amigos de la Cato, son mis amigos de la infancia: los de la Cato, los de la San Martín, Pacífico, Ricardo Palma, UPC, Garcilaso de la Vega, San Marcos, Autónoma. A mis amigos no los elijo por universidad, los elijo por el inenarrable placer de beber una copa con ellos.

Si soy culpable de algo, soy culpable de un “manyas” en mi vocabulario. No lo puedo evitar, quizá lo heredé de mi barrio, como heredé el huachado “brother” o un “nicagando”. Soy culpable de que no me gusten los mercados, pero es simplemente porque no me gusta la gente multiplicada, por la misma razón que no suelo comer en restaurantes, sean “pitucos”, “normales” (¿qué es normal?) o de “barrio”.

La misma razón por la que me asfixia San Martín de Porres, Lima norte. El caos es una religión, un dogma. Me fastidia tanto como Miraflores un 14 de febrero. Me gusta la discreción, por eso me parece vergonzoso emitir algún silbido en la calle para hacer notar a algún conocido de mi presencia. No me llamen pituco por eso por favor.

Si quieren ponerse freudianos les daré placer. Es probable que deteste todo lo que encierra el comportamiento del típico hombre de barrio y su uso destructivo del idioma con eso que piensa que es síntoma de ocurrencia y loa, que denominan jerga. Nada me parece más abyecto que la jerga. Y esto me recuerda a mi padre que se educó en el colegio Pedro Labarthe. Donde aprendió la ley de la jungla y el desprecio por la forma y la lírica.

La tensión entre mi padre y yo ha amainado y tiene la intención de generar un puente de cordialidad. Eso espero. Pero mi rechazo total a la jerga y al macho y hembra de barrio ha permanecido inmarcesible. Y esto no obedece sólo a una clase social sino a una forma de actitud ante la vida. Aunque curiosamente Melcochita me causa gracia.

La otra semana una ex amiga, estudiante de filosofía con más futuro de sofista, me acusó de pequeñoburgués por el uso de Facebook, que ella misma usa. Lo declaro injusto, pequeñoburgués no es para mí una realidad, es más en todo caso a una meta. Sólo en el sentido económico, me explico. Cómo sino con dinero me puedo comprar todos los libros de Proust, pagar mis soñados estudios de francés, comprarme las guitarras que quiero, ir al teatro o al cine a ver una de Woody Allen. ¿Cómo? ¡Explíquenme! Las entradas al teatro para ver una obra de Brecht , un concierto de Drexler. Mi pequeño bar.

¿Apitucado yo? No lo creo, soy más un ser exigente en gustos, caprichoso si quieren, difícil si gustan, engreído por el abrazo de mi abuelo.

No he sufrido hambre y ciertos gustos se me han cumplido. Nada más. Mi madre fue alumna de una profesora velasquista que le enseñó la importancia de entender el Perú más allá de Lima. Y si bien Velasco no es de mi entero gusto, él hizo que aquella profesora le diera una lección de mayúscula importancia que me fue transmitida por mi madre. Que en el Perú hay cholos, blancos, negros, asiáticos, mezclas. La discriminación racial, social como un mal endémico a exterminar fue una lección de mi madre y creo que intento ser fiel a ello.

Por favor no me digan que me he “apitucado”. Hace poco almorcé en La Romana, en Miraflores y hace poco también cené en Pochita, un chifa de cinco soles en Chorrillos. ¿Quieren alguna recomendación? Vayan a Pochita.

viernes, 23 de septiembre de 2011

MEMORIAS DE MIS LUGARES


“Malecón, el último de Barranco yendo a Chorrillos, zigzagueante, marina en relieve tallada a cuchillo, juguete de marinero, tan diferente al malecón de Chorrillos, demasiada luz, horizonte excesivo, cielo obeso en cura de mar. Malecón de Chorrillos, superpanorama, con una cuarta dimensión, de soledad…”

Martín Adán

Cuando uno crece es inevitable dejar parte de sí en las calles, las esquinas agrietadas, el barrio donde se perdió la primera pelota de fútbol, los circuitos breves donde hacíamos nuestras competencias de bicicleta. Resulta imposible decir que no hay nada de nosotros regados por distintos lugares. Somos la ocurrencia de un lugar, la anécdota de un cemento, un barro o una piedra.

Tengo tres distritos, de entre los muchos, que quisiera compartir con ustedes. Si mi vida pudiera resumirse en tres lugares serían estos y el orden de cómo serán presentados no obedece a la importancia en sí sino a la importancia de sus tiempos en mi vida.

Si debiera empezar por uno sería Barranco (luego explicaré el porqué) pero el primero será Chorrillos, porque fue el primero que vio mi cuerpo perder sus centímetros originales, presenció el trocarse en grave de mi voz. Chorrillos fue el lugar donde fui a parar cuando recién tendría aproximadamente unos seis años. Crecí sin saber de la importancia de sus suelos o de los secretos oligarcas de sus olas. Chorrillos era para mí, primero, el odio que significaba haberme alejado de mis abuelos, de su casa y sus mimos con sabor a mazamorra caliente en el invierno. El invierno de Chorrillos era triste y tenebroso, golpeaba las ventanas de mi habitación, complicaba mi asma y por su tranquilidad risueña en los veranos, en la urbanización donde vivía, hacía que fuera una obligación el socializar, el hacer amigos, cosa que no quería.

Chorrillos fue para mí, segundo, después y con intención de definitivo, el cofre precioso de madera o de roca. El verano de los parques con árboles grandes, ficus, pinos, tomates frescos de la tierra, fueron Joan y Jorge. Las cremoladas de fresa y limón, que me gustaba combinarlas. Eran Quico y sus historias sobre Sara Helen y la primera vez que escuché sobre Sui Generis y ese rasguñar las piedras. Fue la adolescencia que se reencontró con amigos, el pequeño departamento donde nos juntábamos a escribir mala poesía. La colección de discos recién comprados alrededor de cervezas heladas.

Chorrillos fue compitiendo en mi amor por Barranco cuando descubrí que la Herradura también era la Herradura de Bryce Echenique, el Malecón de un oscuro Riva Agüero y la distracción de una casa playera con biblioteca de 25,659 libros que pertenecía a Javier Prado.

Chorrillos era la nostalgia de una aristocracia que se fue y el coqueteo de una clase media con la ceguera que retrataba Saramago.

Chorrillos linda con Barranco, comparten fronteras de brisa, de melancolía húmeda. Barranco era el distrito donde yo quise nacer para sentirme un Jose Antonio, para evolucionar en el eterno enamorado de la Catita de catorce años. Distrito onírico, versado, bebible. Barranco es el lugar a donde una vez huí con mi libro de La casa de cartón después de leer a Virgnia Woolf, huí a sentarme en sus banquitos rodeados de colillas atardecidas. Estaba en Barranco y leía a Barranco, Martín Adán, Eguren, Chabuca, Puentecito de los Suspiros, puentecito escondido. Huía de la memoria que era el rostro de la mujer innombrable, por preservar la amistad. Huía también hacia el único sitio al que uno va para sentirse un escritor de verdad cuando aún no lo es. Porque Barranco es la tierra de la poesía que modela la ola, el cigarrillo que habita las bocas de múltiples idiomas, el sueño en su terquedad.

En Barranco también la vi cantar con su cabellos castaños, lacios. En Barranco uno quiere que el arte sea un alimento que caliente la boca, se forjan las intenciones, se marea la marea. En Barranco leí a Martín Adán y la besé, a ella, pocas veces, pero fueron los mejores besos y las despedidas más largas.

De Barranco a Miraflores los separa un abismo de alturas breves y los acerca las noches de sus calles. Miraflores vive mucho su nocturnidad. Durante mi etapa de rebeldía romántica no quería saber nada de Miraflores, si bien parte de mi niñez fue muy feliz en sus parques, pues mis lecturas me hacían asociar este lugar como un capricho burgués y somero. Mi perspectiva cambió rápidamente y por motivos diferentes. Miraflores alberga para mí el frío de la memoria y la elegancia del estoicismo, también el renacimiento de los huesos. En Miraflores se desarrolló en suma importancia mi vida universitaria, en Miraflores estudiaba inglés y en Miraflores estudiaba mi entonces enamorada.

A veces la recogía en la bajada Armendáriz, donde quedaba su universidad, o nos encontrábamos en el cruce de Angamos con Arequipa o, por último, en el McDonald de Diagonal. En el anfiteatro Chabuca Granda nos tomábamos de las manos, fumábamos y veíamos a los viejitos bailar un bolero o una salsa vieja y aprender de paso las correspondencias y herencias que le dejó el jazz a la salsa en el teclado. Miraflores destaca también por sus hermosos parques, el Kennedy habitado por gatos trepando sus árboles, sus cafés en la bajada Balta, su feria de libros, sus librerías. Su hermoso faro que ilumina el malecón. En Miraflores la recuperé la primera vez que la perdí, después de un recorrido por una tienda de discos hasta terminar en un banquita, enfriándonos por la brisa de invierno, la rueda de una bicicleta indiscreta, la sonrisa que brotaba de su lágrima y el beso que surgió de la caricia.

Fue en el mismo Miraflores que la perdí, en otro parque, en otro malecón miraflorino, y fue entonces cuando la inocencia de fumar un cigarrillo en un parque llevaba el miedo de la memoria. Sin embargo Miraflores también me ofreció sus avenidas literarias, sus recorridos vargallosianos. En Miraflores puedes recorrer la calle Diego Ferré y sentirte el poeta antes de ir al Leoncio Prado, puedes ir al barrio de Ribeyro y buscar algo del flaco en sus esquinas. En Miraflores puedo ir a la casa Museo de Raúl Porras Barrenechea y sentarme en las mismas mesas donde se sentaban él, Vargas Llosa y Macera y leer un libro sobre los orígenes de Lima mientras Puccinelli conversa con alguien. En Miraflores renuevo ciertas fuerzas que el avance de los años pretende clausurar.

Mis vidas han transcurrido por muchos distritos, pero si tuviera que elegir los que más me han cautivado elijo estos tres. A los que debo tanto, a los que estás páginas sólo ofrecen el sabor a deuda.

SUIMAR

NOTICIAS SOBRE CAMBIO Y ÚLTIMA PUBLICACIÓN

Bueno, ante todo aclarando, no se trata de una última publicación en sí, sino de un cambio en el inexistente formato de este espacio. Usualmente, las pocas veces que escribo, lo hago sin someterme a una tendencia específica. Así he pretendido abarcar desde lo personal hasta lo impersonal. Desde lo político hasta mi vida amorosa, caminando desde la literatura hasta la música que me gusta. Ahora el cambio basaré en formar este espacio en una suerte de diario "impersonal" pues será leído por cualquiera.

Es decir escribiré sobre cualquier nimiedad que me ocurra, formando así una suerte de mapa de mi vida, vida real y vida ficticia. Es un experimento que pretendo abarcar para, de paso, someterme a un régimen de escritura diaria ( o casi). También porque he creado un nuevo proyecto en Facebook, en donde se escribirá sobre diversos temas, de una manera similar a lo que venía haciendo aquí, pero de forma grupal y con temas específicos y en forma que desee el escribano.

Por otra parte, los textos que tengan que ver específicamente con política irán en otra página sobre otro proyecto. Sin más, se verá la viabilidad de esta intención de hacer bien las cosas. Si algo no funcionase, como bien puede pasar, las publicaciones como se venían haciendo volverán a la normalidad.

A continuación publicaré mi último texto, sobre memorias de distritos.

jueves, 8 de septiembre de 2011

miércoles, 31 de agosto de 2011

LA MIERDA DE PERDERTE, TE EXTRAÑO MOTA.


Hace años perdí a mi perra, murió frente a mí y yo vi sus ojos mirándome y cerrándose. Fui el asesino, yo di la orden, fue consejo del veterinario, iba a sufrir más, me dijo. Sin embargo nunca me dejé de sentir culpable, aún tengo grabada su última mirada, esa de confianza, en donde no hay miedo porque quien te acompaña te cuidará y te salvará. Yo había prometido salvarla y la vi morir. Cargué su cadáver hasta la playa, su cuerpo que era ágil yacía inerte dentro de una bolsa negra. Mis amigos me acompañaron a llevarla hasta la playa, no quise enterrarla en mi casa porque nadie me ayudó en ese momento a salvarla, entonces no quise que descansara ahí. Hicimos un gran hoyo en la playa donde antes nos divertíamos viendo las olas, ensuciándonos en la arena. Ahí descansa hasta ahora y desde ese momento no quise volver a tener otra mascota por el miedo de revivir el mismo dolor.

Así lo cumplí hasta hace poco, pero fue mi hermana ahora la que quería un perro. Y consiguió a la más hermosa. Su nombre es Mota, yo se lo puse cuando vi por primera vez su fotografía a través de la pantalla de mi computadora. ¿Puede algo tan pequeño almacenar tanta hermosura?

Es un Shih Tzu, marrón con blanco, travesura con ternura. Tenía un mes cuando llegó a mi casa. Casi ni se movía, cabía en mi mano y así la levantaba a la altura de mi rostro y sacaba se pequeña lengua, tibia, humilde. Yo la vi crecer, ya no era del tamaño de mi mano, ahora ocupaba parte de mi brazo cuando la cargaba para llevármela a comprar películas, porque a ella le gusta el Graduado, con Dustin Hoffman. Pasamos el último domingo viendo esa película. Recién le habían cortado el pelo que le impedía ver por dónde andaba. Su única preocupación era alcanzar su cola, en sentido horario. Daba vueltas y vueltas, con la certeza de que en algún momento la alcanzaría.

Mi madre dormía con ella, mi padre dormía con ella, mi hermana dormía con ella. Y yo dormí con ella la madrugada del martes. La subí a mi cama y me cubría con mis sábanas para que no me lamiera el rostro, y ella escarbaba para encontrarme. ¿Les conté que tenía muchos peluchitos? Pues sí los tenía. Y adoraba a uno, que era un payasito, lo agarraba con su hocico y se lo llevaba a quien quisiera jugar con ella. Levantaba sus dos patitas peludas y te miraba. Yo le enseñé a jugar a recoger el peluche o por lo menos me gusta creer que yo fui quien se lo enseñó. Hace poco había cambiado de juguete favorito y ahora jugaba con un ratoncito de peluche que a mí me ponía los pelos de punta. Me alejaba de ella. Pero ahora daría todo, absolutamente todo, para que hoy viniese con su horrible ratoncito de peluche para que juegue con ella.

Tenía un mes cuando llegó y tenía cinco meses ayer cuando se la robaron. No había nadie en mi casa. Fui el primero en llegar y muchos vecinos en la esquina –han robado tu casa- me dijeron. Hacía unas horas había visitado a mis tíos y mientras estaba en la sala divisé el cuarto donde antes dormía mi abuela. Ella falleció y desde entonces no he vuelto a visitar su habitación, pero ahí estaba, la cama, sin ella. La imagen me enmudeció por unos instantes, no hay nada más triste que una cama vacía. Cuando entré a mi casa, todas las cosas estaban esparcidas por el suelo, entré rápidamente a la cocina, que es donde se queda Mota cuando salimos. Mota no estaba y su cama estaba vacía. No hay nada más doloroso que una cama vacía.

Mi hermana lloró hasta quedarse dormida, igual que mi madre. Yo he llorado hoy. Recién hoy, hace unos instantes y lo sigo haciendo ahora mientras escribo esto, que me parte y expone la fragilidad que pensaba olvidada. Pasé la noche leyendo a Sábato.

Hoy salí a buscar a mi perrita al Centro de Lima. El lugar es horrible, un círculo dantesco, la certeza de que como raza somos una mierda. Pregunté a todos los mal nacidos si había llegado un Shih Tzu hembrita, de como cinco meses, obedece al nombre de mota, hermano, ten mi número, estoy dispuesto a pagar cualquier precio, llámame. No me han llamado hasta ahora. Hay tortugas, peces, conejos, gatos, perros, dolor, mierda. Pero no había Mota. Alguna vez había ido a ese lugar a acompañar a un amigo que quería una mascota y desde esa ocasión me juré no volver a ir, porque salí adolorido de ese espectáculo siniestro. Pero hoy fui por ella, mi Mota, y no la he encontrado. Los aullidos de los cachorros me lastimaban, no eran mi Mota, pero quería llevármelos, ningún animal se merece eso.

Mientras siga habiendo un mercado negro de animales, seguirá existiendo un negocio en el robo de estos. Me he prometido acabar con ese lugar, con ese infierno, como sea posible. Porque yo me puedo merecer mucho de lo que pueda sufrir, pero mi hermana no, ni mi perrita. Ella era el ladrido pequeño de la inocencia, ella era la engreída, por ella mi familia había vuelto a ser una familia. Y por ella mi familia llora. Te extraño, pequeña.

miércoles, 3 de agosto de 2011

UNA SAMBA PA(RA) TI.


Extraño de ti eso que mantenemos en secreto hacia los demás. Extraño de ti tu modestia extraña y a veces frívola. Tus maneras y tus todos, tus partes íntimas y los zapatos viejos que mandamos a arreglar para que recuperen su coquetería. Abrazo las temperaturas frías de tu ausencia, de tu lejanía que se esconde en el ruido y la brisa de eso que llaman ciudad o jungla. Te respiro cuando abro esa cerveza fría y tosca que humedece mis labios y embriaga la noche.

Extraño esa mentira a medias que llamamos amistad, ese coqueteo discreto y febril que nos gobierna cuando nos olvidamos que aquello no está permitido it´s forbidden. Extraño tu francés y tu italiano, tus sugerencias, tus caprichos, tus vanidades, tu ego grande y curvilíneo. Tus delicadezas desaparecidas a la cuarta botella, tu mirada canallesca y enrojecida. Tus caderas, tu ombligo rodeado de ese vientre blanco que se desnuda cuando tus manos levantan esa tela insuficiente que te abriga apenas. Tu danza, tu sonrisa, tu manera de caminar, pequeña, menuda y zigzagueante. La misma que resultaba ser objeto de burla años atrás, pero que yo adoraba tan secretamente como tu cabello suelto, largo y castaño. O alborotado, ingobernable, beligerante, anárquico y sexy como la revolución del 68.

Extraño nuestros encuentros humildes, dionisiacos, las tardes aquellas en aquella casa grande que preludia al mar. Las risas que pretendían ocultar su género y motivo. Las confidencias que eran mías, el tamaño de la virilidad, el sentido del honor, la lágrima que compartimos, el seno rosa y túrgido que probé aquella noche que no debió suceder. Nuestras danzas, nuestras idas y venidas. La calidez de la seguridad, el enfriamiento de la angustia, la terquedad del placer. Tus ojos, tu boca, el mejor beso, la mejor lengua. Tu ternura y tu sensualidad en un beso, en un solo cuerpo pequeño e incontinente.

El barniz de tus uñas, tu flojera sobre un sofá, tu espalda bajo mis manos, tu secreto en mi oído, tu ceño fruncido cuando perdías al póker, tus medias pequeñas, tu forma de acercarte a mí. El calor exacto cuando nos decíamos: te amo. Sin que nada sea cierto y a la vez no hubiera verdad más demostrable que aquella.

Aquella verdad que existe cuando somos nosotros.

P.D: La culpa de todo esto lo tiene el disco Abraxas. Y sobre todo la canción Samba pa ti de Carlos Santana. Canción que me ha hecho acordar que soy sólo en estos momentos un yo sin ti.

SUIMAR

martes, 19 de julio de 2011

A TI TE LO DEDICO.


La verdad, lo que tengo que decir de ti es que me pareces un ser despreciable, abominable, vomitivo, inculto, un palacio de oquedades habita en eso que llamas cabeza. Un pueblo fantasmal ha usurpado el lugar que deberían ocupar aquellas que seguro has oído alguna vez: Neuronas.

No eres nada, tan solo una sombra que viaja y vuelve, que escribe cursi y que quiere tan mamíferamente aburrido y predecible. Eres la fortuna del tedio, el retorno de lo abyecto, el triunfo de la esperanza invertebrada sobre las lágrimas de la experiencia. Por cierto eres un rostro adiposo que merecería la bruma, la niebla, el veto. Un rostro que aparece junto a una que todavía se perpetúa en la noche, en el subterfugio de una copa. Eres un vacío, un común, una piedrita irreconocible entre las rocas. No tienes nada nuevo que ofrecer al presente ni al futuro del cual estoy seguro ningún plan te acobija. Tú único rasgo de inmortalidad son estas líneas. Eres nauseabundo, una mala letra, un galán de estupideces, un suertudo rastrero que vive acompañado de algo que su inteligencia no merece.

Un perfecto hacedor de entelequias, de miserias, nimiedades. Un perfecto ignorante graduado en estupidez que jamás, estoy seguro, ha leído más de un libro al año. Tu biblioteca (si es que la tienes) deber estar habitada por ejemplares para dummies. Eres un homúnculo que sonríe con los ojos casi cerrados, con una barba ridícula, de esas que llaman chivita. Un ejemplar de la hediondez, un recolector de lo perdido. Tu historia es una ficción, un error de ortografía. Lo que te rodea es compasión al minusválido o ceguera que deforma la realidad. Quizás y tengas el don ponzoñoso de trocar tu realidad y vender una imagen falsa de ti cuando en realidad sigues siendo ese veneno contra el buen gusto y la razón. Eres lo peor de mi memoria, la grieta del pasado. Un vuelo promiscuo.

Te conocí hace poco tiempo y casi me caes bien a pesar de tu minúscula importancia. Dijiste “hola”. Pero las murallas del buen gusto no toleran demasiado y se han desbordado. Eres ese algo que atrapó lo extraviado. Espero no volverte a ver ni a dialogar con tu imagen, porque palabras ambos sabemos que no tienes, para eso hacen falta ideas. Y sabemos que eso es lacerante para ti.

Sin más que decir tu (y esto es promesa) inubicable y jamás amigo: SUIMAR

P.D: A pesar (o quizás debido a eso) de tu estupidez tu suerte ha sido tu salvación. Ser estúpido te ha hecho feliz y a mí miserable. Quizás la estupidez sea la única vía. A menos que como Facundo Cabral sepamos dominar la inteligencia a nuestro favor. Por el momento no es mi caso.

lunes, 4 de julio de 2011

Y LO MEJOR VINO DESPUÉS



Esta mañana salí muy temprano de mi casa. Hacía frío y la lluvia de la noche hizo del piso de mi departamento una pista de patinaje (muy divertido por cierto). Me gusta cuando la mañana es gris y se confunde con la tarde, cuando de nuestras bocas sale ese vaporcito blanco que es una delicia de niño porque sientes que estuvieras fumando. Me gusta cuando llueve porque todo fluye más naturalmente, porque se asemeja a la noche, la acerca, la preludia. La lluvia o garúa es un regalo de Lima y su cielo gris una ampliación de ternura y melancolía ¿Cómo no saldrían poetas con un cielo tan triste como el nuestro?

Salí temprano porque cada 4 de cada mes mis abuelos van a la iglesia de San Francisco a escuchar la misa dedicada a San Benito. Yo siempre aprovecho esos días para ir a la Casa de la Literatura. Porque a mí me enseñaron que el día hay que aprovecharlo e ir a misa no constituye provecho alguno para mí. Sin embargo la Casa de la Literatura no abre los lunes, pero no importa, antes de eso ya había estado caminando por esa mágica calle que es Quilca, junto a mi primo que andaba conmigo. Conseguí Historia del Tahuantinsuyo de María Rostworowski y una biografía sobre mi amado Umbral. Luego fui hasta la Plaza Mayor y entré por primera vez al Club Unión y visité luego la galería Pancho Fierro, que tantas ganas tenía de conocer. Me di el lujo caminar y dar vueltas por todo el centro, frotándome las manos, acariciando el frío con las mejillas. Volví a Quilca con el suficiente frío en el cuerpo (y el suficiente dinero) para pedirme un sancochado especial en mi adorado bar Queirolo.

El plato, mucho más grande y delicioso de lo que pensé, me hizo sentir que el día, con todo y su frío tierno y cercano, era una verdadera bendición. Que no había ningún pretexto en la cobardía del destino para malograr este 4 de Julio. Me sentía satisfecho y, cosa más rara aun, sentí que lo merecía. Con lo que no contaba era lo que horas después iba a suceder.

Después de leer tranquilamente en mi cama aquella hermosa novela de Vargas Llosa La Casa Verde, decidí prender mi computadora y revisar mi correo. El texto tenía una extensión inusual y un cariño desbordante y cálido. Era mi ex alumna, que no me decía ex tutor sino tutor. Entonces no es mi ex alumna, sino mi alumna, mi querida alumna. La que me regaló una bella demostración de cariño que francamente no esperaba recibir. Si alguna vez dudé que la docencia pudiera ser el único terreno laboral en el cual podría sentirme cómodo (pues escribir no me augura ninguna estabilidad financiera) ahora lo reafirmo. Es difícil imaginar cuánto una imagen, un gesto, una palabra puede significar tanto en una persona. Quizás más aun cuando uno se siente tan vacío de significancia, tan desprovisto elementos que aportar a la vida de alguien. Pero descubrir que en tu paso efímero por la vida dejas ese “algo” en alguien es una de las sensaciones más cálidas que he podido percibir y humedecer en el rostro.

Porque debo ser sincero, no pensé que el día de hoy brotara nada de mis ojos. Pero ya vemos, nada está dicho, con suerte. Y Cristina, me disculpo por no haberte mencionado aquello que en ti hay de explotable, pero jamás esperes que alguien te lo diga más que tú. Alguna vez escuché esta frase en una película de Almodóvar :”uno es más auténtico en cuanto más se parece a lo que soñó de sí mismo” (la película es Todo sobre mi madre, te la recomiendo).

Muchas gracias otra vez por el correo y siempre estaré para cualquier cosa que necesiten. Estudia mucho y hagamos esos sueños realidades palpables y hermosas.

domingo, 12 de junio de 2011

COLUMNA A LEER

Mitos y mentiras peruanos. De Alonso Núñez del Prado, pag 18 La República.

sábado, 4 de junio de 2011

A MIS QUERIDOS AMIGOS: UN VOTO POR LA MEMORIA Y LA VIDA.

Me pongo en la triste situación de ubicarme ahí donde la pena manda y la incertidumbre es un símbolo patrio. Ahí donde mi terquedad en la memoria hace que no pueda olvidar la sangre innecesaria que tiñó nuestra historia con el dolor y la ignominia. Es sábado 4 de Junio y he decidido escribir esto para quien amablemente destine parte de su tiempo en leerlo y comprenderlo, pero en especial va dirigida a los amigos que quiero tanto y que estas elecciones han puesto en una situación difícil. En lo que a mí respecta: la dolora decisión de algunos de mis compañeros de viaje que han optado por apoyar una candidatura que en los noventas hizo tanto por humillarnos ante la historia.

QUERIDOS AMIGOS:

No sé si los he perdido o aún cuento con sus irreverencias y sus noches. Quizás he hecho mucho por agitar las tensiones, quizás sobredimensiono todo, no lo sé. Lo que sí sé es que por lo menos yo lo he sentido así, pues yo mismo he querido hasta olvidarme de sus cálidas presencias. Si me preguntan por qué, si consideran que mi acto y mis reacciones son un claro ejemplo de una conducta antidemocrática por no estar de acuerdo, por no callarme, por escandalizarme al enterarme que votarán por la señora Keiko, es que quizás no me conocen bien. Mi conducta no es antidemocrática, mi conducta es un reflejo espontáneo surgido de la pena y de la memoria. Porque me duele que las personas que quiero y respeto olviden tan fácilmente que un país no sólo se gobierna en base a números, que un país es más que lo que opinan ciertos medios y miedos de la prensa. Que el Perú aún está de luto, que muchos desaparecidos que desde la clandestinidad del horror estarán gritando de temor porque el gobierno que los mató volverá a gobernar. ¿Qué le diremos a los que nos sucederán cuando le digamos que votamos por la hija de un violador de derechos humanos y que además considera que es inocente, olvidando las numerosas pruebas en su contra? ¿Podrán mirar ustedes a los familiares que perdieron seres irremplazables y decirles: voté por el gobierno que mató a tu hijo, tu hermana, tu esposo…?

Queridos amigos, si consideran que mi comportamiento ha sobrepasado las murallas del respeto, pues ofrezco disculpas. Aunque jamás he insultado ni he agredido a nadie. Pero considero es mi deber moral informar (mas no obligar) sobre el voto que piensan emitir. Les pido, con profunda esperanza, que su voto no sea un voto de miedo. Que la decisión que marcará el destino del país no premie a un asesino, a un ladrón. Ustedes dirán que ella no es su padre. Y tienen razón, ella no es su padre, ella es su intérprete, su heredera, su abogada y su juez, su sucesora. Los que no vamos a votar por Keiko no lo hacemos por tales ideas tan simples y banales. Lo hacemos por lo que la señora representa, porque jamás se pronunció en su contra. Porque jamás tuvo la decencia de defender a su madre de las torturas del padre, porque las personas que la rodean son las mismas que rodearon al inefable, porque no podría imaginarme siendo gobernado por Rafael Rey y todo su Opus Dei. Ese señor que empezó con un liberal como Vargas Llosa y que después ha sabido cambiarse la camiseta cuantas veces la ironía ha podido permitírselo. Aquel señor que pretendió indultar a militares acusados de violar los derechos humanos y que hace unos años denunció el caso de las miles de esterilizaciones forzadas para ahora decir que tal atrocidad no fue contra la voluntad de miles de mujeres sino sin su voluntad.

Milagros Maraví, quien fue la abogada del gobierno recibiendo órdenes de Fujimori y Montesinos, y que ahora intenta reconstruir su pasado para asumir un nuevo presente y pontificar sobre los derechos humanos como tema principal a cuidar y respetar. En fin: Martha Chávez, Cuculiza, Salgado, Kenji y puñete. Si alguien soñaba con hacer del Perú una república gore, pues lo están logrando.

Hay otra cosa que me entristece profundamente. Y es que al parecer lo que manda en estas elecciones es el factor económico. Con esto no quiero decir que no sea importante, pero como dije anteriormente: un país es más que números. Ante todo está nuestra ética, nuestra dignidad. Además para que la economía funcione depende de instituciones que la hagan funcionar, y eso en el gobierno de Fujimori no sucedió porque no existían instituciones y con certeza puedo decir que tampoco lo habrá si elegimos su retorno. El grado de corrupción en que nos dejó es un tema tabú que parece ya nadie quiere hablar, pero en materia económica Fujimori fue un desastre al aplicar mal un plan de gobierno que ni era el que prometió (pues no tenía) para aplicar el de Vargas Llosa, pero de manera violenta con la venta de empresas cuyo dinero aún no se sabe a dónde fue a parar. En total hablamos de una cifra de 8.000 millones de dólares, fruto de la privatización, de la cual buena parte se “perdió”. Ni hablar de los derechos laborales y de la desaparición de los sindicatos.

Pero para ser sinceros, a nadie le importa la economía en sí, sino el bolsillo individual lo cual sería aun más egoísta. No es la preocupación por el estado, por el correcto papel de la redistribución, sino el impacto personal. Aquella percepción es la que parece guiar el dedo que se manchará mañana. Y si Hernando de Soto es su garantía de un gran grupo técnico habría que hacer las sumas y restas de los logros del aquel engreído señor que nació como Hernando Soto y sus cercanías a gobiernos autoritarios y dictatoriales. Aquel señor que nació gracias a un prólogo de Vargas Llosa y a una diagramación de Szyszlo, para luego abandonar el barco y estrechar la mano del candidato rival.

Ante todo lo expuesto queda claro que mi voto será contra Keiko y a favor de Humala. Jamás en mi vida pensé que iba votar por un militar. Quizás porque lo castrense, lo militar, lo rígido, el acatar órdenes sin protestar me recuerda a mi padre. Quizás ahí mis gritos de libertad. Porque ante un padre autoritario tienes dos caminos a seguir: O te vuelves una copia del padre o lo rechazas y junto a ello rechazas todo acto de intolerancia y autoritarismo. (Sin olvidar que la intolerancia también es un recurso democrático pues de lo que se trata es que no todos estén de acuerdo y puedan exponer sus puntos de vista). Yo asumí el segundo camino junto a ello empecé a eliminar todo aquello que de la sociedad había aprendido. Eliminé mi machismo, mi homofobia, mi anticlericalismo por una posición de respeto por el creyente, aunque siga siendo yo un orgulloso agnóstico.

Y por todo eso jamás pensé que iba a votar por Humala. Mas jamás me tragué el cuento de terror que nos vendió y sigue vendiendo la prensa. Sobre todo no me permití ser parte de ese coro de incongruencias que te dice que no votes por el candidato que puede hacer todo aquello que el otro gobierno ya hizo y que puede repetir. Yo no creo en los mesianismos y por eso no creo que Ollanta sea la solución a la enfermedad que sufrimos. Creo que como político está condenado a defraudarnos. Pero sé que un gobierno suyo será mucho más fácil de fiscalizar, que nuestro deber como peruanos será vigilar que ese voto cumpla con lo prometido. Prefiero mil veces salir a marchas contra Humala (si se equivoca, si se desvía) porque sería la primera vez que lo haga contra su gobierno y no hacerlo OTRA VEZ con el fujimorismo que ya nos jodió tantas veces.

Quiero creer en la vida, en el futuro, en la juventud de la que de alguna manera represento por mi edad. Quiero advertir que si seguimos satanizando cualquier intención democrática del pueblo que ha elegido a su representante (nos guste o no) se estarán abriendo las puertas de un verdadero caudillo que crea que sólo la vía armada es la solución. Ante todo eso digo nuevamente que voto por Humala, y sin tanto temor como esperaba. Quizás sean esperanzas de un nefelibata, quizás. Espero con esto, queridos amigos, que pueda en algo influenciar en la elección de mañana. No premiemos la muerte. Démosle una oportunidad a la vida.

Me quedo con estas palabras de Francisco Umbral en esa inmortal novela Las Ninfas:

“Digamos que la voluntad de la habitación era azul, que la habitación tenía una voluntad de azul, o una voluntad azul, más sencillamente, pero de vez en cuando quedaba traicionada por el sepia, le salían del fondo de los armarios y de los cajones, y de debajo de las mesas y de las alfombras, y por detrás de los espejos y de los cuadros y de las fotografías, unos rebordes sepia, unas cenefas, unos zócalos tristes. Como una mujer que se viste de azul y de pronto sonríe y le vemos un diente de metal. El azul era nuestra fe en la vida y el sepia era la verdad de la vida, el color triste y antiguo que se iría comiendo los azules, el fuego tibio y soso que va empalideciendo las cosas, pero todavía éramos lo suficientemente jóvenes como para no querer ver el sepia, como para dejar que nuestras almas –barbos líricos- nadasen en las aguas azules de la habitación azul.”

miércoles, 1 de junio de 2011

El agua y Aldo Mariátigui: Comentarios sobre un periodista

La prensa tiene hoy, entre sus más famélicos exponentes, una retahíla de pseudo-periodistas y escritores de sienes estrechas. Basta, para comprobar esto, acudir a las incisivas páginas de un diario que hoy destaca por su utilidad en las pescaderías y mercados, dado lo práctico que resulta para envolver productos de diversa índole. Pero si nos aproximáramos a lo que las páginas de dicho periódico contiene, nos daríamos cuenta de que nuestra tesis no sólo se ve corroborada, sino que además, resulta rebasada por la calidad de los contenidos y el estilo de estos periodistas. Entre las hordas de periodistas, que encajan en la categoría aquí descrita, tenemos como caso paradigmático a Aldo Mariátegui. Este es, probablemente, uno de los casos con los que la genética se regocijaría. En él los genes de su ascendencia (1), que nos merece el más profundo y sentido respeto, no sólo se han hechos esquivos, sino que parecen haber huido despavoridos como auspiciando la clase de persona que iban a constituir. O, puede que sea el caso, que sea inmune a los genes magnánimos y loables.

Antes de fijarnos en el contenido que expresa en sus artículos – y aquí no pondré en cuestión si realmente existe tal contenido – me parece importante resaltar el hermoso sello característico de sus notas. El estilo que ostenta es digno de crédito. No cualquiera puede caer en menudo traspiés y en frases llenas de escarnios de tan baja calaña. Llamar prosaica su prosa sería, cuando menos, un halago. El uso de términos ofensivos, los constantes apodos – que además no entrecomilla, como para enfatizar su carácter vulgar – y la asimetría de sus artículos resultan dignos de admiración. Es un precursor de la lectura crítica de artículos periodísticos. Y digo esto, pues tras concluir la lectura de cualquiera de ellos uno siempre se queda en un profundo cuestionamiento con preguntas que van desde “¿Es este hombre oligofrénico?” hasta “¿Tiene algún desfase mental?”.

Pero no deseo sólo hacer una crítica, por supuesto que no. Mi alma tendiente a la conmiseración y llena de deseos de ayudar al prójimo desea indagar un poco más profundo y arriesgarse a dar un diagnóstico. En la columna que escribe, en este conglomerado de papel y letras que osa llamar diario, el 27 de mayo del presente, nos ofrece una patente explicación para lo penoso de su condición. “Estudié – nos dice, este gran hombre – (perdí el tiempo en realidad) en la PUCP, pero no tomaba agua allí. Eso probablemente me salvó de la lobotomía caviar que allí practican con tanto éxito”. El pasaje resulta más que interesante y puede permitirnos inferir algunas consecuencias. El pobre Aldo, que afirma haber perdido el tiempo en la universidad, debe haber asistido a una biblioteca tantas veces como los venados y las ardillas que rondan por ese centro de estudios. Ello lo llevó a desconocer las graves consecuencias de ingerir poco agua y a tener un miedo más que infundado. El agua no puede ser causa de una lobotomía o de transmisiones ideológicas intempestivas. Si así lo cree, le recomiendo a nuestro sujeto de estudio que hoy revise debajo de la cama, pues el cuco puede halarte de los pies por no haber hecho tu tarea en la universidad. En segundo lugar, la deshidratación sí explica mucha de sus afecciones. La ingesta reducida de agua provoca el descenso de los niveles sodio y triptófano en el organismo. La ausencia de estos es la principal causa del severo Alsheimer que parece padecer o la ataxia que, en su caso, parece no ser cerebelosa, sino haberse difundido por todo el cerebro. Pareciera, pues, que Aldo Mariátegui ha decidido – de manera inconsciente – decirnos cuál es la causa de su estado intelectual deplorable.

No quisiera alargarme más. Desearía sólo analizar brevemente su florido y rimbonbante estilo argumental. Sinceramente, y esto lo digo como antesala, me parece que hay mejores argumentos en los titulares de los periódicos sensacionalistas que los que él esboza en sus columnas. Estoy más inclinado, por ello, a creer que este domingo recibiremos alienígenas, que en cualquiera de sus posturas. En la columna a la que hemos hecho referencia ya, considera, nuestro sujeto de estudio, que las marchas y protestas en provincias están siendo pagadas por el partido de Ollanta Humala. Las razones que da son… (y probablemente aquí los puntos suspensivos sean escasos). No da, pues, razón alguna para dicha aseveración. Inmediatamente se cuestiona – y hay que maravillarse de que pueda siquiera hacer una pregunta, pues este proceso es sumamente sofisticado y complejo, y muy raro en hombres con su menguado poder psíquico – “¿De dónde viene el billete? Ésa es la pregunta que nunca se responde... ¿De algún partido político? ¿ONGs? ¿La minería informal? ¿Los contrabandistas? ¿Los narcos?”. Excelente señor Mariátegui, casi nos hace creer que puede usted no dar ninguna razón para su tesis e inmediatamente pasar a buscar de dónde viene el dinero. Casi nos hemos rendido ante su ardid, pero, lamentablemente, nosotros estamos suficientemente hidratados.

Este artículo, de ningún modo es una crítica. Es, en realidad, un diagnóstico, la expresión de nuestras más sentidas condolencias. Sólo nos queda expresar nuestro más sentido pésame por el lamentable deceso del cerebro del periodista Aldo Mariátegui y del de otros tantos que yerran por su mismo derrotero. Lamentamos, pues, esta extraña epidemia y rogamos a Dios que no sea contagiosa. Sólo nos queda recordarles lo importante de ingerir niveles adecuados de agua.

(1) Sigo con ello la línea que Carrasco Peña ha esgrimido en un interesante artículo que recomiendo revisar: http://hepabionta.blogspot.com/2009/02/aldo-mariategui-una-lamentable.html




Joan Caraverdo.

lunes, 30 de mayo de 2011

NUEVA LECTURA

Revisar la columna del escritor Alonso Cueto, titulada: La esencia moral. En la página 15 de La República.

domingo, 29 de mayo de 2011

TRABAJO A LEER

Los artículos que leerán, tanto del El Comercio como de la República (dependiendo cual tengan) son los siguientes:

KOLUMNA OKUPA de Rocío Silva Santisteban (Pag 19 de la revista Domingo de la República)

La columna, más que artículo, basa sobre la obra de la poeta Carmen Ollé y su papel como un fuerte figura influyente en una nueva forma de escribir la poesía tanto en temática como estilo. Ustedes verán si tales palabras de de la columnista se justifican o no. Para hacerlo mejor recomiendo leer algún poemas de la escritora.


ESE PAIS EXISTE de Jorge Paredes (pag 6 del Dominical de El Comercio)

Esta columna tiene dos puntos interesantes a tratar. Uno es el homenaje al intelectual fallecido y otro, dentro del homenaje, es mostrar las ideas por las cuales él se distinguió. Por lo cual un buen análisis del tema sería abordar sobre las ideas que el autor abordar en la cuales hace referencia sobre el pensamiento de Carlos Iván Degregori y si estás de acuerdo o no.

sábado, 9 de abril de 2011

I DON´T LIKE PPK.


Cuando escribo estas líneas La Mula acaba de publicar que el único que tendría cercanas posibilidades de pasar a segunda vuelta sería el foráneo PPK, ergo, otro voto sería considerado perdido. Por lo menos mi mayor miedo, que pasara Keiko, ha sido por el momento tranquilizado, dopado.


Sin embargo no dejo de sentirme enfermo, como si la naturaleza de este dolor fuera endémica, marca peruana. Porque si de algo carecemos es de memoria o de enceguecernos por voluntad propia, como si el masoquismo fuera nuestra identidad y sin ella nuestro derrotero careciera de guía. No tenemos cultura democrática, ni nos esforzamos por entenderla y buscarla. No comprendemos que la historia nos da una ayudadita para no fracturar el presente y evitar desahuciar el futuro. Si alguien leyera, cogiera un libro y entendiese el mensaje que hay entre líneas sabría que PPK no representa lo nuevo en la política. Si alguien se tomara el trabajo de revisar el perfil de su candidato favorito sabría que aquel señor ostenta un tropel de oscuros negocios y triunfos.


Si el éxito significa adquirir dinero sin importar el cómo pues PPK sería todo un paradigma, Alan García su renovación madura y nos falta la nueva generación en busca de un nombre lo suficientemente sibilino para ejercerlo. Y para eso está la señora Keiko cuya herencia criminal aún la persigue como pulga a su perro. Pero el caso del señor estadounidense (con todo derecho de serlo) es el que me intriga y me provoca algunas preguntas que no logro del todo entender. ¿Cómo hizo un señor de la edad avanzada de PPK calar tanto en una juventud que ni sabe lo que significa el liberalismo? ¿Cómo ha hecho para que nadie más se pregunte por lo que hizo en gobiernos pasados? ¿Qué creen que hará este señor con un caso como el de Islay? ¿Cuántos Baguas más queremos? ¿Cuánto nos falta por entender el motivo por el que se generó Sendero Luminoso?


Si yo me hago estas preguntas pues tendría que responder sobre el porqué de su voto joven y la mayoría de someras razones dadas para su voto por parte del público joven. En primer lugar PPK ha sabido vender muy bien su imagen de hombre exitoso que no “necesita robar pues ya tiene suficiente dinero”. O sea que la única razón por la que no lo haría es porque ya no necesita, esa es nuestra ignominiosa clase política. Hace algunos meses la PUCP realizó una encuesta con escandalosos resultados. De ella se nos informaba que a gran cantidad de peruanos no les importa que un político robe con tal que haga obras “total todos roban”.


Hemos llegado a tal grado de patetismo y conformismo (que es lo mismo) que creemos que es una realidad inamovible. Y ante ese punto PPK ya no tendría necesidad de robar, pues es un hombre honesto que ha alcanzado el “éxito” como hombre de negocios. Pues la juventud destetada de libros haría bien en revisar algunos archivos del expediente PPK para saber que en 1968, cuando este señor era uno de los seis gerentes del BCR , le entregó 17 millones de dólares a la International Petroleum Company cuando en ese momento sus cuentas ya habían sido embargadas por el gobierno militar de Velasco. La suma de dinero equivaldría ahora a unos 105 millones de dólares. Para ese entonces el nuevo gobierno (por toma de poder) había anulado el contrato de la petrolera en la que se le había ofrecido otros 99 años más de explotación sin cobrarles los 700 millones de dólares que debía desde 1924.


¿Generosidad de PPK? No, ya está claro que huevón, más allá de sus asuntos testiculares, no es. La historia del lobbysta comenzaba a nacer. Pero está claro que los jóvenes no votan por un expediente que ni han leído sino por una imagen que han ingerido en TV, papel y radio. Sobre todo TV pues sería ingenuo esperar algo de la lectura, lo que convierte a este texto en un inservible.


Ahora, si les resulta un dato muy antiguo bastaría revisar una noticia del “Wall Street Journal” en el que narra cómo un empleado de la Hunt Oil ayudó a cambiar leyes peruanas para permitir la exportación del gas de Camisea. Ese empleado era: PPK. Una historia más completa sobre este dato se puede revisar en la edición número 47 del semanario “Hildebrandt en sus trece”. Está claro que mi voto no será por PPK, porque considero que ese señor tiene una larga sombra de dudas por las cuales responder. Está claro que el Perú es una bomba de tiempo que tira hacia los extremos. La extrema derecha prendería la mecha de la explosión que representaría y acogería la extrema izquierda, significando lo que pueda significar ahora la derecha o la izquierda. Más indefinibles que nunca.


Lo que sí es definible y se puede cartografiar es que un gobierno de PPK representaría la inversión a lo bruto, sin medición. Porque aquí no se termina de entender que la inversión es buena y necesaria, mas no por eso libre revisiones y límites dependiendo el costo social y/o ambiental, que a la larga también es costo económico. De más está decir que el Perú simplemente es un exportador de cerros. Un señor como PPK que en la entrevista que le hizo la inefable Magaly Medina ante la pregunta de si era mujeriego dijo lo siguiente: “Eso es un secreto” y añadió “Como dice mi amigo Miguel Ángel Cornejo, la subpoblación en Europa, donde ya no hay niños, hay que mandar una manada de peruanos y se acabó el problema”.


Para él somos una manada y para la academia esto significa:



1. “Hato o rebaño pequeño de ganado que está al cuidado de un pastor.


2. Conjunto de ciertos animales de una misma especie que andan reunidos. Manada de pavos, de lobos.



Esta forma despectiva de llamarnos no hace más que revelar (involuntariamente) su pensamiento más profundo y real. En fin que votar por él sería votar por un extremista, no de la izquierda sino de la derecha. Que resulta tan malo como lo otro, pues no entienden que uno es la antesala del otro. La Defensoría del Pueblo ha detectado 120 conflictos sociales por explotar, y elegir a un embajador del caos como lo es mister Kuczynski es como echar un cigarro sobre una piscina de gasolina. Y ni hablar de la selva en donde un estudio realizado por Marc Dourojeanni sobre el libro Perú Porvenir de PPK demuestra la escasa preocupación sobre el tema, o el mutis voluntario sobre su futuro y sostenimiento. Ya el pasado nos enseñó cómo terminan al final las continuas provocaciones y postergaciones de una reforma social que no llega. Ya tuvimos a Sendero para entender que aún somos un país por construir y que estamos más cerca de ser un juguete con mecha encendida.


Si hasta aquí queda claro cuál es mi pensamiento y mis sentimientos por PPK, debo aclarar que aun así (aunque sus cercanías serían muy entendibles y posibles) preferiría a un PPK que a una Keiko Fujimori Delincuencia. Y para que esto quede aun más claro, votaría hasta por Humala con la única motivación de que Keiko no gane.


¿Es Humala el diablo venezolano que todos los diarios se esfuerzan por difundir? No lo creo, no votaré por Humala por incapaz de definición, por incapaz de ser congruente, porque no le entiendo jamás cuando se inspira y no le entiendo y me aburro cuando lee sus respuestas. Porque de lo único que está seguro Humala es de su apellido y nada más. Pero de ahí a que me lo vendan, como exactamente lo tildaron hace cinco años, de embajador de Chávez, de nacionalizar empresas (no lo he leído en ninguna parte) es llegar al paroxismo de los miedos y los conflictos mentales. De ahí a repetir textualmente el headline de los Miró Quesada y de los Agois es francamente irritante y vergonzoso como un Fujimori diciendo: ¡Soy inocente!



Para terminar con lo más oprobioso de estas líneas debo preguntarme desde la indignación el cómo es posible que Keiko ocupe la posibilidad de una segunda vuelta. ¿Es que los peruanos no pueden recordar lo que significó Fujimori para la nación? Algunos se escandalizarán al ver que prefiero a Humala que a Keiko, de la misma manera que yo me indigno al ver que prefieren votar por la hija de un violador de derechos humanos. Es esa nuestra verdadera condición de país tercermundista.


Algunos me vendrán con el “cuco” del terror y la inversión. Hará falta revisar la entrevista realizada a Campodónico al respecto para desmitificar algunas de esas ideas. Otros me vendrán con el cuento de defender la democracia. ¿Acaso el gobierno de Fujimori fue demócrata? ¿Y las muertes, la compra de diarios, de medios de comunicación, tránsfugas, lavado de dinero…? ¿Ya nos olvidamos de todo eso? ¿Nos merecemos a Keiko? Estas elecciones me hacer recordar a Vallejo en eso de “La naturaleza del dolor es el dolor dos veces”.

domingo, 16 de enero de 2011

RAZONES POR LAS QUE NO HUBIERA VOTADO POR MERCEDES ARÁOZ


Mercedes Aráoz ya no está en ese circo tenebroso que es el APRA, pero aún sigue Keiko en las encuestas. Esto me hace preguntar ¿Qué es lo que le pasa a los peruanos que siempre votamos por personas que tienen fantasmas en el closet?
¿Es que acaso nos odiamos tanto? ¿Será que tenemos tanta vocación suicida y para el ridículo? ¿Qué es lo que hace que nuestra memoria sea tan ineficaz para recordar los 90´s, para rechazar lo de Bagua y que sea tan eficiente para saber de memoria todos los personajes de Al fondo hay sitio?
Hay días en que a uno realmente no le queda nada de optimismo y piensa seriamente que la eutanasia es una bendición, que si algo tenemos de grandioso es que aún podemos decidir cuándo acabar con nuestra existencia. Aunque el problema es justo ése. El Perú se aniquila sin saber que lo está haciendo, el suicida es consciente, el peruano es ignorante de su camino tanático.
Con la salida de Mercedes algunos me han dicho que ha hecho bien, que pensaban votar por ella si no fuera por el APRA. Lo que olvidan algunos es que la señora que “ha hecho bien” saliendo del partido que la acogió para su aventura política no tiene moral alguna para salir de la forma que ha salido. Es decir, se ha ido porque no podía permitir que un hombre con la sombra de corrupción que Jorge del Castillo esparce contamine su candidatura ¿Y es que acaso ella misma ya no contaminaba su candidatura con los muertos de Bagua? ¿No es García mismo, el presidente, una persona con suficientes méritos para dudar de su honradez? ¿No es en sí mismo el APRA una academia del latrocinio? Si a todo esto respondemos con un sí es válido decir que la señora no tiene moral alguna para la indignación. Entonces es válido preguntar qué hacía Mercedes allí.

¿Es Mercedes una persona tan tonta? No, no lo es. Por lo menos es lo que pienso, mi hipótesis es la siguiente, y una razón más por la que no hubiera votado por ella. Primero, teniendo en cuenta que no es una persona tonta, uno diría qué hacía en un partido donde la derrota era tan predecible, donde su presencia era tan similar a la de un peón cuya existencia es la del sacrificio. Pues mi respuesta es: sed de poder.
Es lo único que nublaría la lucidez de una persona que no es tonta, ni profundamente despistada como la señora Aráoz. No hay otra forma de explicar que se metiera en un proyecto tan muerto antes de nacer. Y yo no votaría por una persona cuya sed de poder es tan fuerte. Cuya necesidad de firmar contratos es más importante que la vida de numerosos indígenas, no votaría por una mujer incapaz de entender la condición de títere en que fue convertida.