martes, 4 de agosto de 2009

A LA IGNOMINIOSA MUERTE DE 150 ÁRBOLES CHORRILLANOS


foto tomada por Vanessa Geldres


Aproximadamente a las 6 de la tarde, hace algunas semanas atrás, un vecino mío de la urbanización de Los Cedros de Villa, en Chorrillos, me propuso recuperar el parque de nuestra zona, lugar que ha ido deteriorándose con el paso del tiempo y con el paso de nuestra insoportable humanidad. La idea tan llena de vida y optimismo me convenció.

-Pero yo no sé plantar nada. Le dije.

-No importa, la cosa es ponerle ganas nomás.

La vitalidad de este señor, al que me halaga poder considerar como un amigo, es envidiable, respetable y lamentablemente hasta anacrónica. Pero al anacronismo me sumo si con ello, practicar actos de resucitación de áreas verdes se hace en algún momento algo palpablemente verde, si logramos en algún indeterminado momento restaurar al fresco tomate colgando desde una trémula rama, los pinos de alturas quijotescas donde trepaban niños con la ilusión de robarles algo de altura. La nostalgia que me apresa al recordar que fui testigo de un parque que ya no es y que lucha por ser y agoniza un futuro.

Propuestas como la de este vecino mío, quien además es padre de un orgullo de amigo, resulta en tiempos como los que estamos viviendo una verdadera dosis de esperanza, pero lamentablemente, atención con este “pero”, el acto pestilente, desnudo de toda lógica sucedido en Chorrillos la madrugada del martes 4 de Agosto, no hace más que devolvernos a nuestra realidad, un túnel oscuro y tétrico de donde la esperanza no halla luz que la salve, un espacio que Sabato nos describió a pulso de pesimismo y genialidad literaria. Cerca de cien policías y personal del municipio de Lima talaron, asesinaron, 150 árboles de la prolongación Paseo de la República, ante un grupo de vecinos estupefactos, cuyas únicas armas era la incredulidad y una bata. El alcalde ha reconocido, según señala El Comercio, que hubo una falta de comunicación y que en reparación a esos árboles se sembrarán unos tres mil más. A todo esto, la presencia casi fantasmagórica del alcalde de Chorrillos, Augusto Miyashiro, se hace esperar, pero pareciera ser su cuerpo una ficción solo hecha carne en vísperas electorales. Se reclama un poco de cordura al municipio de Lima del señor Castañeda, y un poco de presencia, digamos, para cerciorarnos de que el alcalde de Chorrillos sigue vivo.

1 comentario:

Brenda dijo...

Respondí a tu respuesta en mi blog, y con respecto a esta entrada, me parece excelente que todavía exista gente que desee en verdad hacer algo por mejorar aquello que le rodea no sólo a sí mismo sino que involucra a más personas
:-)