domingo, 17 de enero de 2010

JAIMITO JAIMITO


Recuerdo que alguna vez, cuando era un niño creyente católico, alegre, esperanzado, machista, homofóbico y toda esa suma de equivocaciones a la que el status quo define como un “niño bien”, (mi actual y orgulloso agnosticismo, así como mi incredulidad y fe en la razón, abominación del falocentrismo así como del feminismo de piernas velludas con cartel en mano de Abajo los Hombres y rechazo de cualquier acto de discriminación se debe a mi maduración lectora y es asunto de otro post) vi por la televisión un comercial que anunciaba el retorno del Niño Terrible de la Televisión, claro en ese entonces Bayly tenía sus treinta y tantos. Le pregunté a mi madre quién era ese tal “niño terrible”. Ella respondió:

-Un entrevistador que se hizo famoso cuando tú eras más pequeño.

Luego me enteré que era un periodista que se inició muy joven, al cual muchos catalogaban como una joven promesa seria del periodismo. También que se hizo famoso a la publicación de un libro titulado No se lo digas a nadie, en el cual declaraba su abierta ambigüedad sexual, o bisexualidad para ser más específicos. Libro impactante para la época, pues retrataba sin máscaras y sin intenciones de guardarse aunque sea un poco de pudor sobre las costumbres de los jóvenes de las altas clases limeñas. El consumo de drogas, la música, la libertad sexual, los lujos, los excesos así como su relación casi edípica con un padre autoritario fueron desde entonces su marca de registro. Quizás su mejor contribución al escenario limeño fuera su función desmitificadora sobre la función del padre, al desnudarlo como es en una sociedad amamantada por la apariencia y la virilidad castrense y torpe (valga la redundancia).

También es el inicio de la literatura Light de la cual se queja Vargas Llosa, y que sin embargo se encargó de ayudar a su creación, precisamente apoyando Bayly, y si mi memoria no me falla (de lo contrario corríjanme) fue el mismo Vargas Llosa quien introdujo a Bayly a Alfaguara. En fin, Bayly se encargó de aportar esa dosis desnudez necesaria, Bryce Echenique ya lo había hecho anteriormente con Un Mundo para Julius, obra maestra y sin comparación con la obra de Bayly, pero que representa claramente un vínculo entre él y Bayly por ser actores de carne y hueso quienes se desnudan y representan una clase en sí. Sin embargo su prosa cayó en la repetición y en el facilismo.

Para muchos, los noventas en la literatura limeña, el tema central de cada obra se reducía a: drogas, alcohol y sexo. Bayly se estancó tanto literaria como periodísticamente, intentando ser un camaleón entre la farándula y la política terminó perdiéndose en la candidatura presidencial. Augusto Álvarez Rodrich, periodista respetable, ha dicho que Bayly puede otorgarle cierta comicidad al actual panorama político. Estaría de acuerdo con él sino fuera por sus continuas “bromas” sobre indultar a Fujimori. ¿Se puede bromear con eso? Aun peor, cada vez que vuelve a repetir aquellas intenciones, su público asistente comienza a reír. La memoria es un asunto de deber no sólo nacional sino ético, en memoria de los fallecidos durante el gobierno de este señor. Hildebrandt acierta cuando le lanza el siguiente comentario: Fujimorista salido del closet.

Bueno, el Perú tiene lo que se merece. Por eso es que anda cojo y loco.

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