lunes, 11 de enero de 2010

MEDIO MUNDO




Hace poco estuve, por motivos de año nuevo, en Medio Mundo. Lugar ubicado a unos 14 km aproximadamente de la ciudad de Huacho. A primera vista la impresión que brinda es la de la simpleza y la humildad. El calor es comprensible, debido a su zona costera, hay cierto aroma a nostalgia y sus calles, aún sin pavimentar, te dan la sensación de familiaridad y serenidad anhelada. Las primeras casas que dan a la carretera sí mantienen un aspecto citadino similar al observable en Lima, o en el mismo Huacho, debido a sus pronunciadas similitudes es que Medio Mundo se destaca, por ser el sui generis del lugar.
Aún hay pocos habitantes, aunque la población ha ido creciendo gradualmente en los últimos años, sus casas son humildes, y van desde las construidas con material noble, así como hechas con madera, construidas por sus mismos dueños. El mercadito de la zona queda a unos cuantos minutos de la carretera, es pequeño y amigable. Un solo corredor lo compone y alrededor de 7 u 8 locales lo habitan. En las afueras se encuentra pequeños puestos de venta de fruta. El ambiente luce feliz, señoras ofrecen diferentes atuendos con motivos de año nuevo: lentes, bragas amarillas. Y claro, no faltan los fuegos artificiales con gran demanda entre los niños del lugar. Yo compro los necesarios en compañía de un amigo.
Ante todo lo mencionado falta recalcar que mi estancia se debió principalmente a la facilidad de hospedarme allí, ya que un amigo me invitó a pasar unas semanas en su futura casa de playa (que todavía se encuentra en construcción). Y lo mejor es que está ubicada en lo que será en algún futuro en el malecón de Medio Mundo, malecón que ofrecerá una hermosa vista de la laguna que atavía la zona. Desde el balcón de la casa se observa el humo que va trepando hasta el cielo, es el humo producto de la quema del junco que los pobladores se encargan de quemar cada cierto tiempo. Unos metros más allá se divisa un atardecer marino, las olas de la playa revientan contra la arena, desde mi lugar en la casa es como si las olas quisieran mojas las aguas de la laguna, desde este lugar aquellas dos distancias entre la laguna y el mar son casi insignificantes. El atardecer va cayendo sobre mi cabeza, tengo un libro en las piernas y un vaso de vino en la mano, cigarrillo en boca. Medio Mundo me ha devuelto lo que pensé extraviado en Lima, mi amor por una tarde, por la literatura y ha descubierto en mí algo insospechado, las ganas de crear sin dolor.

No hay comentarios: