viernes, 16 de julio de 2010

MI ENTRAÑABLE HILDEBRANDT Y MIS ENTRAÑABLES RECIENTES DUDAS


El señor César Hildebrandt ha representado para mí un escape certero a la atmósfera irrespirable de la prensa peruana. Un excluido de lo inmundo y una lección de decencia así como un terco enamoramiento de la lectura. Una alergia bípeda y que rehúye ante al más mínimo olor a corrupción. Fueron sus columnas las que me hicieron interesar por Francisco Umbral, ese genial e injustamente desconocido (aún en Perú) escritor. Ese de voz de ultratumba y lentes de viejo intelectual que jode y ¡JODER! El tipo escribe muy bien. Las columnas de Hildebrandt también me han brindado la oportunidad de saborear lo corrosivo y lo sublime compactados en una sola frase. Un francotirador de pluma inundada de literatura, una crítica política que se sirve y se apoya de la cultura.

Es por eso que me pareció tan inconcebible que nombrara al pusilánime de negra barba y de negros enredos administrativos en la dirección del decanato de Humanidades de la Universidad Nacional Federico Villarreal. Claro, puede ser que me equivoque y no sea el mismo o que el “entrañable” que escribió al lado de su nombre haya tenido una intención sarcástica, pero hay una serie de eventos que me hacen dudar. Seré más directo.

El viernes pasado, en la sección que Hildebrandt le dedica a sus memorias, leí lo que no hubiera querido leer. En esta sección hacía un repaso por sus más memorables entrevistas, mencionaba las que hizo a Haya de la Torre, Borges y Velasco. Pues bien, en la sección en que se dedica a narrar sobre la experiencia que tuvo con el fundador del partido aprista menciona a un personaje lóbrego y siniestro. Hablo del ex decano de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional Federico Villarreal, el señor Germán Peralta. La siguiente cita se encuentra en la página 14: “Y sí, a mí también me pareció Haya wildeano y garcilorquiano. Y alguna vez siendo muy joven, a instancias de mi entrañable amigo Germán Peralta, fui a ver a Haya en el local de Alfonso Ugarte…”

Lo que a mí me jode y me reviste de dudas es saber si el señor Hildebrandt está al tanto de quién es Germán Peralta o si, por ser su amigo, ha preferido callar las ignominiosas acciones de este barbudo salido de una novela de Umberto Eco. Porque el señor Germán Peralta enclaustró las esperanzas del estudio, secuestró el debate intelectual e instauró en su lugar la barbarie, el oprobio, el APRA. Es el señor que durante su gestión se ha hecho posible que alumnas vinculadas al partido aprista sigan pasando de año sin asistir a clases, argumentando que tienen permiso o sello del decanato que justifica su inexistencia en las aulas. Es el mismo señor que negó el permiso de poner el nombre Manuela Sáenz a un grupo de estudios, pues para él ella no cumplía ningún valor en la historia peruana y sólo era la amante de Bolívar.

Tengo dudas, rabiosas y lacerantes dudas. ¿Sabe de esto el señor Hildebrandt o ha preferido callar por ser su amigo? Espero realmente que la causa de aquella afable mención en sus memorias sea por ignorancia…Momento, me olvidaba, al señor Germán Peralta también se le acusa de haber ejercido el decanato ilegalmente, pues no cumple con los requisitos académicos: http://www.expreso.com.pe/edicion/index.php?option=com_content&task=view&id=32694&Itemid=32

Recapitulando un poco, cuando Germán Peralta niega y descalifica a Manuela Sáenz también la califica de prostituta, y a la chica con quien discute al respecto le dice que si ella se identifica con una prostituta no es problema suyo.

Yo la verdad dudo y la duda me deja intranquilo, me desorbita. Mi ambigüedad crece y se atormenta cuando recuerdo que alguna vez la misma amiga que fue agredida verbalmente por el ex decano (omito su nombre para evitar represalias ante ella, pero sí es necesario lo daré a conocer con el permiso de ella) me dijo hace ya unos años, cuando pensaba en denunciarlo con Hildebrandt, que Germán Peralta se rió y que no le importaba que lo denunciara con Hildebrandt pues él era su amigo. Yo sabía que Hildebrandt había estudiado en la Villarreal, educación (como también lo hizo Germán Peralta) y que quizá en algún momento fueron amigos, pero que esa amistad ya no existía, conociendo la decencia del señor Hildebrandt. Pero parece que mi hipótesis falló y que la amistad vive. Si esto es cierto, si conoce de las sibilinas acciones de su amigo, entonces estaría dentro de “Un conflicto de intereses”. Como el título de la columna que le dedicó Rosa María Palacios en su semanario el día viernes 28 de Mayo. Cito: “La prensa sólo es libre cuando no le teme a la verdad”. Espero francamente que mis dudas sean resueltas. Insisto, el señor César Hildebrandt es un periodista a quien admiro, por eso quisiera saber cuál es la verdad en esta relación y que por su amistad no haya ni esté encubriendo a este Mr. Hyde de la vida universitaria.

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