viernes, 6 de febrero de 2009

SOBRE EL CURIOSO CASO DE BENJAMIN BUTTON


El curioso caso de Benjamin Button ha despertado el interés de la crítica, es el as bajo la manga de la academia, la excusa del mercado norteamericano al europeo y al resto de nosotros, que nos dice: Aquí también hacemos películas decentes. Cuenta con nada menos que trece nominaciones al Oscar, y ha ganado ya el Globo de Oro a Mejor Película y al Mejor Director. Los globos de Oro casi siempre son una antesala, una pequeña millonaria introducción a los premios Oscar. ¿Por qué ha despertado tanto interés? Quizás por el buen e interesante argumento que ésta representa, un hombre nace siendo viejo y va rejuveneciendo con el tiempo. Es quizás la vida que muchos anhelamos, huir de la ancianidad, ser los próximos Dorian Gray. En algo se parece o mucho a lo propuesto por Quino en La vida al revés: “Pienso que la forma en la que la vida fluye está mal. Debería ser al revés: Uno debería morir primero para luego salir de eso…pasas los últimos nueve meses de tu vida flotando en líquido amniótico, hasta que tu vida se apaga en un tremendo orgasmo… ¡Eso sí es vida!”

Sin duda responde a una metáfora de la vida, a una inquietud que late, ¿Nuestro reloj biológico es el correcto? ¿No es cuando tenemos una numerosa cantidad de experiencias cuando deberíamos disfrutar de la vida? ¿La adolescencia no dolería menos así? El acné, las novias, las decepciones ¿No estaríamos mejor acorazados al vivir de esa manera? La propuesta sería esa, sin embargo el final no es el esperado, no hay el aprovechamiento esperado de la ventaja involutiva del personaje que representa el últimamente interesante Brad Pitt, quien con películas como Babel, Doce Monos y El Asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford augura expectativas de un mejor futuro en la actuación. Su actuación es sobria, en lo que respecta a su adultez y a su anciana juventud pero a la vez es confusa en la identificación de la edad mental que representa en cada estado involutivo de su vida. Cate Blanchett, por su parte, se muestra en una sensualidad que agrada y seduce en cada movimiento de baile, gracias, también, al buen manejo de luces. Al final la película sufre de caídas que rodean lo cursi, lo que nos hace recordar nuevamente que es una película de las canteras de Hollywood. La aparición del colibrí que simboliza la muerte, tanto del marinero, amigo de Benjamin (Pitt) como del personaje de Cate Blanchett deja con un sabor amargo por algo que pudo tratarse con mejor estilo. En fin, esta película podría significar la revancha para su director: David Fincher, que ha sufrido la indeferencia de la academia hasta el momento. Tengamos en cuenta que la academia ha ignorado por mucho tiempo a personajes como Chaplin, Scorsese, Kubrick… No me atrevo a meter aún a este director en el mismo saco de estos personajes, es solo una forma de decir que nada está dicho en este tipo de ceremonias, donde la tensión por saber quién será el ganador puede ser peligrosa para gente de edad. Por eso es recomendable envejecer siendo joven.

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