sábado, 10 de octubre de 2009

NOBEL DE LA PAZ: AFGANISTAN BANG BANG



La paz es el sueño que uno anhela, pero en el fondo también asusta. Nos gusta por su carácter utópico, pero nos gana el morbo del conflicto. Será porque las situaciones difíciles son las madres del pensamiento, aun así, la paz es un derecho del cual todo el mundo debe gozar y “luchar” por conseguirla y mantenerla. Suena curioso, pues, que el actual presidente de Estados Unidos haya logrado la distinción del premio Nobel de la Paz. Debido a los logros aún no realizados, a las promesas vestidas de puntos suspensivos, a la guerra que aún atavía su gobierno. Cómo se puede ejemplificar la paz con un hombre que aún tiene en sus manos la responsabilidad de las muertes en Irak y Afganistán. Cuando el oprobio y el sufrimiento persiste en reinar en Guantánamo.
¿Cuál ha sido la intención de este premio cuyo creador financió su vida con la invención de la dinamita? Puede que la razón de este otorgamiento se justifique en vender una imagen del máximo exponente, de un país en desgracia moral, como el restaurador que pondrá de una vez las cosas en “orden”. En otras palabras, la estrategia podría cobrar, debido a esta hipótesis, una carga política que ayude a levantar la imagen del país. También teledirige su accionar hacia la búsqueda de soluciones prácticas y rápidas sobre los conflictos bélicos en el Medio Oriente y su participación en los movimientos sociales de la parte sur y central de esta poesía inteligible que es América. Este Nobel parece también un chiste de Groucho Marx.

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