viernes, 30 de abril de 2010

SABINA, HIJO DE PERRA, ME SOBRAN LOS MOTIVOS PARA IR A VERTE



Hoy, aproximadamente a las 8 y30 de la noche, me he comprado la entrada para ir a ver al viejo canalla de los bares santos (ahora ya jubilado) a la dura lección de amor y moco salpicada de noche. Iré a ver a Sabina, a la voz ronca que remece mi copa y se atrinchera en los sábados por la noche, entre amigos, cuando uno más la recuerda.
Conocí a este maestro cuando aún no tenía ni la más puta idea de quién era. Yo era un niño párvulo con muchas ganas de adiestrarme en lo pendejo, en lo que fallé con repetido acierto. Él ya era una leyenda para unos cuantos, también con repetido acierto. La pregunta es cómo llega a un niño la música de un rojo, voz de ultratumba y bombín coqueto. La respuesta es: gracias a un disco de Fito Paez. A diferencia del primero, Fito sí salía en las radios, claro, sólo sus canciones más comerciales pero salía por lo menos. Y siendo yo un chiquillo precoz en cuanto a querer buscar mi identidad musical empecé a encontrar en el rock mi más fiel y honesto modo de expresión y proviniendo yo de una cantera familiar dedicada a la salsa, merengue y cosas parecidas, mi adiestramiento musical fue casi autodidacta.
Fito fue uno de los primeros que escuché. Enamorado a rabiar de su casi odio vocal, como le ponía ganas ese chico al cantar, había cierta ira que me atrapaba. Tenía yo unos 10 u 11 años probablemente, y para los que tengan mi edad (tengo 21) recordarán lo difícil que era conseguir discos en aquella época. Ya eran los tiempos del CD, y estos eran muy caros, inclusive los piratas, que era lo que yo consumía, costaban hasta 8 soles la unidad y para colmo, como buen vendedor pirata, este desconocía elefantiásicamente el material que comercializaba, por lo cual uno jamás compraba “el disco” sino que se veía exhortado a comprar el tonto e impresentable The Great Hits´s… Así fue que en el “disco” de Fito que compré aparecía al final de toda la lista de canciones aquella joya titulada Llueve Sobre Mojado y la tristeza jamás volvió a ser la misma.
Me intrigaba esa voz tan despreocupada, pero no fue sino hasta los 15 que la tristeza tenía ya una hoja de vida, lo cual me daba mayor instrucción en la vida del flaco de Úbeda. A los 18 era ya todo un conocedor, a los 19 un presentador, casi apóstol, a los veinte una víctima pidiendo auxilio al libro: Joaquín Sabina En Carne Viva. Y es que aquí va el porqué de esta necesidad de saldar cuentas con el madrileño de la calle Tirso de Molina.
Ya he contado y abusado de la libertad que me da el blog, que fue creado para asuntos no digamos “serios” pero sí bien intencionados en lo que respecta a una ventana de opinión que linde con lo académico sin ser analgésico, para publicar asuntos que nada tienen que ver con su origen, me refiero a asuntos de mi vida personal y que por lo tanto involucran la vida personal de otros y otras. Me refiero a situaciones como la publicada en Literatura lo que me pasa a mí, de carácter muy personal y muy kamikaze. Abusaré una vez más de esto para explicar la urgencia divina de este concierto. Cuando anduve de amante de la vida, entendamos vida por enamorada y entendamos por enamorada a… omitiré nombre real para evitar problemas, porque a cocachos aprendí y porque esa personita la quiero demasiado como para atreverme a rozar los limites de su tierna y alocada paciencia. La llamaremos Esperanza. Resulta que hubo una época en que los dioses paganos se pusieron de acuerdo en mandarnos al carajo a mí y a unos cuantos amigos del alma, haciéndonos terminar con nuestras enamoradas. Yo venía con mis mil y un defectos y tanto la quería señores que tardé mucho en aprender a olvidarla. Aún tomo lecciones, pero como se dice, me lo tomo por el lado amable y ya me atrevo a disfrutar de eso que algunos llaman imposible, me refiero a la amistad una vez que atraviesas eso del amor después del amor. Y es que es una gran chica, que hasta los deméritos los hace con gracia. Además me siento feliz de haberla introducido al mundo de Sabina, a menos que la memoria me falle y ya lo conociera, pero por lo menos ayudé a alimentar el encanto sabinero.
Una vez habiendo ya vuelto al terreno de los hombres sin mujeres, recuerdo que se me vino a la memoria una canción de él y fue justo cuando me llamó un amigo mío, Joan, que a veces publica en este blog. Él recién se había enterado de la ruptura y me preguntó que cómo estaba. Andaba yo con ella en ese momento por la avenida Salaverry, en uno de mis tantos intentos de no enfrentar la realidad y de pensar esto no puede acabar así, pero lo cierto es que respondí a la pregunta de mi amigo con un inesperado: me faltan 19 días y 499 noches para estar bien. Haciendo clara alusión a la canción 19 días y 500 noches.
Desde ese entonces, mis amigos y yo, teníamos una especie de juego que sólo nosotros compartíamos y que se trataba de fijar un calendario imaginario con los días contados. Pusimos a prueba la canción, íbamos a esperar exactamente 19 días y 500 noches y a ver qué pasa. ¿Conclusión? Nos mintió el muy cabrón, por lo menos a mí, pues tuve que esperar un poco más. Pero en ese trayecto viví demasiado, y recuerdo una noche en especial en la que me enteré que lo inevitable pasó, y que alguien nuevo ocupaba el lugar que antes fue mío. Lo que hice fue recurrir a su libro, una entrevista con huevos de autobiografía. Esto que estoy narrando no proviene de las canteras del resentimiento sino desde la memoria que camina en paz. Porque al fin y al cabo no diré que ha sido divertido pero sí puedo decir que ha sido EL VIAJE. Y es lo que me interesa de este concierto porque así como a mí me tocó ese viaje, estoy seguro que muchos más irán con historias muy propias y muy sabineras a saldar cuentas con ese tipo.
Yo tengo la entrada PLATEA, mi vocación alcohólica no me permitió comprar una más cara, tampoco me quejo. Estoy seguro que me encontraré con muchos amigos. Espero verlos ahí: Joan, Jean, Jorge, Esperanza (que para que no haya malos entendidos, mantengo una relación amical que aprecio con todo cariño). Ahí nos veremos Sabina, que me sobran los motivos para ir a verte.

No hay comentarios: