domingo, 2 de mayo de 2010

LA RUPTURA EPISTOLAR DE VARGAS LLOSA

Esto ha sido sacado del semanario: Hildebrandt en sus trece.



Lima, 10 de mayo de 1964


Cheré Julia: Nunca, por lo menos en los últimos años, ha sido posible una conversación sincera entre nosotros. No quiero hacerte ningún reproche, pero sabes muy bien que ha sido así. Te suplico que me escuches ahora, que voy a hablarte con absoluta franqueza, y hagas un esfuerzo por comprenderme. La vida que hemos llevado estos dos años es una prueba flagrante de lo erróneo que es cerrar los ojos ante la evidencia, o forzar la realidad por medio de la violencia.

Es verdad que estoy enamorado de Patricia y sé que esto no es una revelación para ti. Es verdad también que en un principio luché contra esto que tú creerás absurdo e imposible, pero hace tiempo que no lucho más, que he aceptado esa realidad y que ella ha sido un gran fantasma entre los dos, que nos ha amargado envenenando la vida. La razón es muy simple, Julia. Tú sabes tanto como yo que nada resucita lo que ha muerto, y que la violencia no reemplaza al amor jamás. Es violencia. La peor de todas, el haberme obligado a continuar contigo con el arma desleal del suicidio. Una violencia que ni siquiera te ha servido a ti, pues me consta que tú también has sufrido bastante, y por eso no te reprocho todas las escenas, las disputas, las acusaciones tan monstruosamente injustas, todas estas fábulas inventadas por ti, sin duda como justificaciones inconscientes del fracaso de esa aparente reconciliación.

No es posible que tú consideres continuar así es el mal menor y ya tienes que darte cuenta, de manera irremediable, que no voy a cambiar. Te ruego, Julia te lo suplico, reconoce que tengo razón. Tú podrás, quizás, empleando armas indignas de ti, impedir que yo vuelva a ver a Patricia, pero ni tú ni nadie tiene cómo destruir mi amor por ella. Me ha bastado verla de nuevo, un segundo, para confirmar en mí mismo esta evidencia. No quiero a nadie más, no querré nunca a nadie más. Y aun si no la vuelvo a ver, si me viera obligado a vivir lejos de ella para siempre, seguiré fiel a este amor.

Perdóname que te hable así, que te hiera así, pero esa es la verdad, lo siento, y ya has visto cómo no ha servido de nada tratar de esquivarla, de silenciarla.
Me ha costado mucho escribir esta carta, pero creo que ya no es posible continuar con esa conspiración de silencia que ha habido entre nosotros todo este tiempo. Pero quiero ser sincero contigo hasta el final. Si por castigarme, por despecho o por venganza ( ya sé que en determinadas circunstancias estás dispuesta a cualquier cosa) te niegas a concederme el divorcio, lo único que tendrás será provocar un poco más de dolor, pero no aliviar el tuyo.
Si nuestro matrimonio está ya hace tiempo deshecho y sólo sobrevive a sí mismo, si esto ha quedado más que demostrado ante ti y ante mí en estos dos años, lo único que pido es que cedas ante lo ya consumado. Si te niegas a aceptar el divorcio-fíjate cómo no te oculto nada- impedirás que me case con Patricia y me harás pagar bien caro el dolor que puede causarte esta carta, ya que deberé renunciar a ella para siempre. Pero en ningún caso, y esta vez tienes que creerme, volveré contigo. No se puede vivir con una mujer. Por más buena y sacrificada que sea, queriendo a otra. Es cruel y duro tener que decírtelo, pero es así, Julia.
Yo sé que tus celos, toda tu violencia de este último tiempo, se debían a mi frialdad hacia ti, a mi amargura. No quería hacerte sufrir y sin embargo lo hacía y lo inverso también es cierto. No se puede simular el amor. Y además no volveré a pasar momentos tan lastimosos como los de los últimos tiempos. Te ruego que me contestes lo más pronto posible, diciéndome si aceptas que nos divorciemos. Y qué es lo que quieres hacer. Si permaneces en París, entonces iré yo a otro lugar, porque, como es natural, no puedo regresar allá.
Escríbeme a la casa de los abuelos y en todo caso piensa que yo, solamente yo, soy el único causante de tu pena o de tu cólera. No amargues inútilmente a Lucho o a Olguita creyendo así vengarte de mí. Si quieres vengarte de alguien, y tienes cómo hacerlo, piensa únicamente en mí. Mario.

No hay comentarios: