jueves, 7 de octubre de 2010

CUANDO EMPECÉ A LEER A VARGAS LLOSA


Había sido una noche larga, cumpleaños de mi prima, cumplió 22 años al lado su hijo, mi bello sobrinito de diez meses. Por tal motivo me acosté a las tres de la madrugada, cuando ya el silencio es duro testigo del cansancio. Tenía que levantarme temprano para ir al gimnasio (desde Surco hasta Chorrillos) pues mi peso actual así lo exige, pero mandé todo a la mierda para seguir durmiendo. Así fue, plácidamente, babosamente y casi muerto, hasta que recibí un mensaje de texto a mi celular a las nueve de la mañana. En seguida otro, los dos fueron la gran noticia que me hizo saltar de la cama como si fuera un afiebrado amante a punto de debutar en ejercicios pélvicos. Sí, Vargas Llosa había ganado el Nobel de literatura y mi amigo Guevarón (como le digo) me dio la gran noticia.

Recuerdo cuando años atrás, reunido entre amigos en un café al que llamamos Portón Café, pues se encontraba en lo que era el patio de entrada de un departamento, sí muy original el nombre. Ahí iba todos los fines de semana, a conversar, fumar, tocar guitarra y de cuando en vez, a hacer actividades que en algo reconciliara a la juventud con la literatura. En esos tiempos Joan (dueño del café, estudiante de filosofía de la PUCP y una promesa de la intelectualidad que se nos viene) y yo compartíamos una opinión que juraba jamás iba a cambiar. Era denigrar, menospreciar y ridiculizar hasta al posible lector de Vargas Llosa. Quizás porque influyó en nosotros el factor ideas, nuestra alergia a la derecha extrema que representa este escritor, a su travestismo ideológico. En fin, eso era algo que sólo se lo perdonábamos a Borges, pero no a Varguitas. Cuando la enamorada de Joan nos hablaba de un amigo suyo, aspirante a escritor, que admiraba y se había leído, sino todas, casi todas sus obras, lo único que provocaba en nosotros era, casi axiomáticamente, un veto de por vida. En esta y en la otra.

Y aunque esto suene a letra de una balada huachafa, como casi todas, y peor aun a balada radial, de ésa ninguna se salva de ser huachafa. Todo cambió cuando leí Conversación en la Catedral. Por cierto, ese aspirante a escritor ya publicó su primera novela y se titula La voz de las horas oscuras y es una novela altamente recomendable y altamente vargallosiana, como su autor: Bruno Nassi Peric. Sí pues, Joan y yo nos equivocamos, aunque él fue mucho más sensato y cauteloso a la hora de acribillar al hijo predilecto de Arequipa. Yo cambié, me rendí y me entregué cuando leí Conversación en la Catedral, como mencioné líneas arriba y Joan al llevar unos cursos de análisis literario (Joan es un gran lector y también un buen amante de la literatura) donde comprendió mejor la dimensión del creador y sus técnicas envidiables del uso del monólogo interior, creo que el curso lo llevó con Alonso Cueto.

Lo que quiero decir, es que uno puede discrepar con Vargas Llosa sobre sus ideas, sobre su figura. Con esto me permito un pequeño paréntesis, pero es que Vargas Llosa tiene casi un rostro bello, ajeno al perfil literario que, creo yo, manejan los escritores míticos por naturaleza. El Gabo tiene el rostro de los que no son agraciados y los ojos profundamente humanos y cálidos. Bryce tiene unas orejas salidas de Disney, Cortázar la barba y el humo de su cigarro, Onetti la incertidumbre de la tristeza, Arguedas, la encrucijada de la existencia y así…Pero Vargas Llosa tiene el semblante del hombre al que le ha sonreído todo, apuesto, culto y con una esposa de envidiable Belleza. Terminando con el paréntesis cuya apreciación se basa en una muy divertida conversación con mi prima. Lo que quiero decir, ahora sí, es que uno puede discrepar con él, pero basta leerlo una vez para jamás volver a dejar de hacerlo.

3 comentarios:

Johana dijo...

Por mi adversión a la derecha nunca lo leí, pero por fin pude comprender que su ideología política es respetable aunque no la comparta, he comenzado a leer Conversaciones en la Catedral y lo admiro como escritor. Creo que a muchas personas, como en tu caso, sólo veiamos a Vargas LLosa como político pero su obras nos deleita y terminamos cautivados con cada obra que nos regala.

SUIMAR dijo...

Muchas gracias por el comentario. Lee El pez en el agua. Muy buen libro para entender la ficción del creador.

Johana dijo...

gracias por la sugerencia, siempre es un placer leer tus entradas del blog, estoy segura que podrías ser un excelente escritor. saludos