Se ha ido Milagros Leiva o, más bien dicho, la han expectorado de su centro
de trabajo y de pronto nace una mártir de la cursilería hecha profesión, una
heroína con sabor a mermelada. Y es que nadie que sufra una entendible alergia
hacia los programas de Televisa o a las reuniones publicitadas y celebradas de
FuXion podría decir que se trata de una periodista seria y con brillos de
intelectualidad.
Ella ha demostrado, sin querer, que tampoco brinda ninguna seguridad
haber estudiado periodismo para ser bueno en esa profesión y por ello se lo
agradecen los Barraza, los Pavón y las Díaz de la farándula.
Porque, si nos ponemos a pensarlo bien ¿A quién podría incomodar
Milagros Leiva? En sobonería seguramente se sentiría amenazado Alejandro
Guerrero de que lo destronen del palacio de la memoria de quienes ejercieron el
arrastre con orgullo. Pero también podría haber la posibilidad de que quien
haya estado detrás de esa movida ajedrecista sea Nicolás Lúcar, pues no es
fácil hacer el ridículo sin entregar parte de sí en el proceso. Después de
trabajar plácidamente en un canal comprado por el gobierno de Fujimori (el
mismo donde trabajaba Leiva) ahora se disfraza de defensor de la democracia y
hasta de defensor de los Humala.
Sin embargo, es lógico pensar igualmente que el operador detrás haya
sido Mauricio Mulder al ver las constantes entrevistas de la periodista (porque
de algún modo hay que llamarla) a Alan García, con esas miradas coquetas, esas
sonrisas infectadas, esas preguntas edulcoradas. ¿No habrá sentido Mulder que
le estaban serruchando el piso? Habría que hacer una investigación profunda en
el apra.
Mas no sólo los sobones han podido sentirse incómodos ante su presencia,
habría que agregar a la lista a los cursiles, ingenuos, hambrientos de poder, anómicos,
garrulos, ignaros. Por consiguiente, se puede inferir que tenía como
potenciales enemigos a casi la clase política entera, por no hablar de la
nación.
La verdad (sin comas) es que dudo que esta periodista pueda representar
un peligro a alguien. ¿A qué oposición representa? ¿al programa del gobierno?
¿no es el mismo que puso en práctica Fujimori, Toledo y García?
¿No tienen acaso desde hace tiempo al gobierno cumpliendo el mismo
modelo que se le impuso y que dijo iba a cambiar? Porque meterse con un
ministro o un congresista no altera el sistema, sólo agrega al anecdotario.
La única oposición que representa Leiva es la personalista hacia la pareja
presidencial, que debe ser investigada hasta que aclare su bienestar económico.
Pero no hay más allá de eso y hablando de la pareja presidencial, pues la
hipótesis de su salida por el tema de las agendas me parece poco creíble.
¿Tiene poder la pareja presidencial el poder para exigirle a El Comercio que
saque a una de sus periodistas? ¿Creen realmente que con este nivel de
aprobación el gobierno puede exigirle algo así al dueño de casi el 80% de los
medios de comunicación?
Por ahí ha surgido la teoría (no, esto no es ironía) que el verdadero
motivo de su salida ha sido una supuesta ayuda de la periodista en la fuga de Martín
Belaunde Lossio, con quien habría mantenido una relación amorosa. El semanario
Hildebrandt en sus trece estaría publicando mañana las fotos que confirmarían
dicha sospecha.
Ante todo eso me surge una inquietud. Yo no sé si la salida de Milagros
Leiva también se ha extendido a su participación en el diario, pero de ser así
sólo le veo dos opciones de participación dentro de un medio escrito: O trabaja
para lo que queda del 20% de medios que aún no han sido comprados por los Miró
Quesada o funda su propio diario, como tanto le gustaba decir cuando alguien le
increpaba sobre la concentración de medios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario