sábado, 18 de octubre de 2008

Viejo y Aburrido

La infancia que cursó mi existencia estuvo ausente de parques rodeados de niños, era simple, estos parques existían (yo intentaba no existir), con grandes arbustos defendiendo el pasto verde de la inclemencia de las suelas de los niños que corrían como pequeñas locas, huyendo de las niñas que luego perseguirían. Jugaban béisbol, alguna vez me invitaron a participar y una de esas veces acepté. Tenía las rodillas sucias y el cabello despeinado con una ligera tendencia de raya al costado, como insistía en peinarme mi padre. Estaba yo parado, un niño regordete y distraído frente a la inquisidora mirada de todos los demás, el sol ardía descaradamente aquel verano del noventa y ocho. A mí me tocaba batear, afortunadamente le pegué a la pelota, a la primera, y salí corriendo, no sé por qué, los otros hacían lo mismo después de batear así que yo hice lo mismo. La mayoría alabó la jugada, ellos se hablaban por apodos y no sabían como llamarme a mí, no era del grupo, alguien me preguntó por mi nombre, me sonrojé, evité la pregunta y dije que tenía que irme a acompañar a mi madre a comprar algunas flores en el vivero. Aburrido.

A los once años o quizás menos encontré de entre mi biblioteca un libro pequeño, de empaste simple y maltratado. Mi madre me dijo que era suyo, que le había pertenecido cuando era niña, el libro se llamaba El Caballero Carmelo, me sentaba en las tardes a leerlo, fue el primer libro que tomé en serio, lo que más agrado me trajo fue la descripción de las bondades culinarias que Valdelomar hacía, incluso me agradó más que la descripción del mismísimo Carmelo, con su perdón Abraham. Entonces empecé a leer con mayor interés los textos literarios que me dejaban en el colegio. Descubrí a Ribeyro, a Bryce, a Cervantes y otros más. Quise ser pues, escritor, pensé que podía ser bueno, siempre era el elegido a leer un poema en el colegio o mis trabajos eran escogidos finalistas, quería ser escritor y actor como Stallone en la primera versión de Rocky ( aunque muchos no me lo perdonen) quería ser el taradito que hablaba raro en la pantalla grande. Ensayaba con mis juguetes de plástico en la sala de mi casa, creaba una historia, un guión, construía un escenario con lo que tuviera a mano, sacaba unos tintes rojos del maletín de medicina de mi padre y ya tenía todo lo necesario para creer que estaba haciendo una pequeña película, yo era las voces de cada personaje y lo interpretaba con tal realismo que cuando gritaba, simulando una batalla, algunos vecinos creían que en mi casa me estaban maltratando. Mi padre quería que saliera a jugar fútbol al parque, con chicos de mi edad o con él, pero yo prefería quedarme en mi casa y jugar con mi imaginación, a escribir mis propias películas. Viejo.

En la secundaria fui trasladado de un colegio a otro, o como dijo el director: una invitación a salir. El colegio al que fui a parar se llamaba San Sebastián, ubicado en lo que antes fue la Hacienda Villa. Era grande, habían piletas, canchas de fútbol, una piscina sin usar y en mal estado, una biblioteca, dos salas de computación, dos laboratorios, en fin que me parecía bastante aprovechable, sobre todo sus salones que contaban con dos ventiladores para combatir el incesante calor de comienzo de clases y un televisor con reproductor de videograbadora, lo que hacía más amena la clase. Un día, en clases de inglés, mi profesora llevó unas diapositivas para exhibirlas en la clase, luego salió por unos momentos y un amigo aprovechó para apoderarse del reproductor multimedia y colocó una película pornográfica en plena clase, chicos y chicas apoyaron la acción. Cerramos las ventanas y las cortinas, pusimos llave a la puerta metálica, pusimos play y las manos dentro de los bolsillos de mis amigos empezaron a agitarse, las chicas simulaban una pequeña risa de rubor, susurraban algunas palabras que no llegué a escuchar, me sentía nervioso, una parola ininteligible gobernaba aquella aula poblada de jadeos, algún hijo de puta sacó un condón de su bolsillo, lo infló y empezó a pasearlo por toda el aula en medio del griterío excitado de todos los presentes. Un ruido se escuchó, similar al de los tacos de Tacones Lejanos de Almodóvar, inmediatamente cambiaron la película por la diapositiva, abrieron la puerta y entró la profesora sintiendo un aumento en la temperatura del aula. Terminada la clase algunos se reunieron en uno de los muchos patios del colegio para realizar un concurso de paje (quien eyaculaba primero y más lejos) me rehusé a participar en tal hormonal competencia. Como te cabreas me dijeron, que aburrido eres. Me alejé y me escondí en uno de los baños del colegio, cerré la puerta, me bajé la bragueta y me empecé a masturbar a solas, como mejor lo disfruto, lejos del fulgor adolescente. Aburrido

El último año escolar cayó en mis manos un libro sobre la biografía del Che Guevara, lo leí, me enamoré y lloré. Empecé a convertirme con profesionalismo en el borracho que soy ahora, algunas amigas querían que les escribiera poemas y que les explicara sobre tal o cual cosa, alimentando mi snobismo, encontré a mi mejor amiga con los ojos rojos después de haber fumado marihuana durante el recreo. Los fines de semanas, ya con quienes serían hasta ahora y hasta un para siempre: mis amigos, nos reuníamos a escuchar los últimos discos que habíamos conseguido y sobre el último libro que habíamos leído, queríamos hacer la revolución y después de cada botella brindábamos por la utopía parafraseando letras de De Cartón Piedra. Viejo.

Tengo veinte años, digamos recién cumplidos, mi boca ha probado diferentes bocas durante este tiempo, mi boca se ha mojado con el líquido de diferentes botellas que se han secado en mi vaso durante tantos sábados. Tengo veinte años y he fumado marihuana y he aspirado cocaína. Mis pies han participado en diferentes marchas, tratando de ser parte de la lucha justa, tratando de mantener mi idiosincrasia nefelibata. He ampliado mi biblioteca con Borges, Cortázar, Nieztchie, Galindo, Marx, Aristóteles, Hesse, Eco, Arguedas, Vallejo, Cotler, Bryce y muchos nombres más que habitan por ahí en mis maderas muertas.

Tengo veinte años y habito un café los fines de semana, cojo un diario, un libro o una revista cualquiera y me pongo a leer que Kosovo está en problemas, que las minerías siguen esparciendo su herpes genital sobre el tísico medio ambiente e intentan ignorar con ojos legañosos los maltratos cometidos a los pobladores del lugar, que el tetón de García mantuvo hasta lo insoportable como ministro de salud (el nuevo es Oscar Ugarte) a un incompetente cuyo único logro hasta el momento es haber bajado de peso de una manera fenomenalmente rápida gracias a una banda gástrica, cuyo hijo reprobó muchos de sus cursos en la Universidad del Pacífico, leo por ejemplo como se modifica una ley que facilita la venta de terrenos en la selva con la intención de privatizarlas lo más rápido posible, leo que Lehman Brothers ha quebrado y que el terrorista de Bush ha decidido pagar 700 mil millones de dólares para salvar la economía de su neoliberal país, leo y veo que una película como High School Musical es más conocida que Manhattan de Woddy Allen o que Todo Sobre Mi Madre de Almodóvar, leo y observo que Verónica Decide Morir es más conocida que el Lobo Estepario de Hermann Hesse, observo que la película Made in USA de Claudia Llosa causó risas y no indignación entre estudiantes de antropología, escucho a personas llamar trovador a Ricardo Arjona y nunca haber escuchado a Silvio Rodriguez, escucho a señoras hablar sobre la última pareja que quedó descalificada en el concurso de la insoportable Gisela y no saber que existe La Función de la Palabra o que ni siquiera se han enterado que hace muchos meses Guillermo Giacosa ya no está en televisión, escucho que muchos prefieren ver a Bayly o al señor de los bigotes Nicolás Lucar y no haberse enterado que Hildebrandt ha vuelto a la televisión los domingos por la noche. Tengo veinte años y leo, veo y escucho eso mientras saboreo una limonada frozen que anticipa una noche de alcohol y misceláneas, hago esto usualmente con una religiosidad (lo dice un agnóstico) admirable.

Hace unas noches en el café donde habito llegó una chica encantadora de cabellera rubia y mirada infantil, con una voz enternecedora, de unos lamentables dieciséis años. Llega acompañada de su enamorado, se sientan al lado de unas mesas y comienzan a conversar con unos chicos de agradable presencia que se encontraban en el lugar, todos conversaban, yo me encontraba leyendo y sin pronunciar ni una sola palabra, pues no me gusta mucho hablar, la niña con cuerpo de musa de Nabokov se extraña por mi espectral silencio, imagino que no debe estar acostumbrada a que alguien sea tan callado y me pregunta:

-Y tú ¿Por qué no hablas?
-No tengo nada que decir. Le respondo. Aún se queda pensativa.
-Tuve una niñez traumática. Le digo a manera de broma.

Ellos estaban hablando sobre… la verdad ya ni me acuerdo, alguien se había besado con alguien, no lo sé, seguro era importante pero lamentablemente no nací con el interés necesario para esas conversaciones, que seguro son muy entretenidas, no los culpo ni finjo de moralista, pero no es de mi interés. Además estaba leyendo sobre el problema de los transgénicos y me llamaba más la atención que si Manuel se había besado con Sofía cuando recién se le había declarado a Giovanna o si la ultima ola que corrió Jaime casi, casi y lo ahoga y por poco pierde su tabla de surf. Temas, asumo yo, interesantes, pero a los cuales no me siento atraído. La chica, interrumpiendo su conversación mientras pide un frozen de leche con fresa, me pregunta:

-Oye¿ cuantos años tienes?

-Veinte. Le digo.

-Ah con razón, ya estás viejo, pareces viejo y aburrido.

-Tienes toda la razón soy un viejo aburrido.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Felicitaciones por el primero de muchos.
Atentamente
G.Jara 'compañero de borracheras y de carpeta'

Anónimo dijo...

wowwwwww!!!...como siempre no dejas d sorprenderme!!!!d veras es inefable...y io sigo pensando k eres un gran escritor!! tienes ese don!...sameli

Anónimo dijo...

Martin Carrasco
Te kierO!
No olvides que puedes morir y volver a vivir como yo (:
NeY*

Anónimo dijo...

ni viejo ni avburrido.....excelente te quiero!!

Anónimo dijo...

yo pues...Andrea jajaja